Posos de anarquía

La sequía intelectual precedió a la hídrica

La sequía intelectual precedió a la hídrica
Imagen de archivo de un terreno yermo.- REUTERS

Se avecinan malos tiempos para España en general y Andalucía en particular. La falta de precipitaciones y la penosa gestión de los gobernantes va a sumir a la región en una sequía cuyos efectos ya se están dejando notar con restricciones al consumo en algunos pueblos. Se trata de la peor sequía desde los años 50 y quienes se reían del cambio climático, ahora que ven afectados sus bolsillos, comienzan a mirarlo con otros ojos. La sequía llegó antes, mucho antes, pero la intelectual.

En Andalucía llevamos años escuchando a la derecha reírse literalmente del cambio climático, literalmente y con sus políticas. No es que el PSOE y sus casi cuatro décadas de gobierno anterior lo hicieran mejor, aunque es cierto que los signos del cambio climático son ahora tan evidentes como innegables. En esta misma legislatura he visto cómo representantes públicos del PP negaban la emergencia climática, asegurando que admitirla podía perjudicar al turismo, o a cargos electos de Vox asegurando que si sube la temperatura unos grados tampoco viene mal para quienes sufren pobreza energética en invierno. No es un chiste, ha sucedido esta misma legislatura, por increíble que parezca.

Ahora, en cambio, la cosa ha cambiado. El inicio del año es el más seco en Andalucía desde 2005 y la sequía agrícola ya está aquí. En casos como el de la provincia de Málaga la situación es dramática porque la actuación humana ha sido manifiestamente deficiente, con una visión cortoplacista que únicamente ha buscado el enriquecimiento económico.

Hay muchos ejemplos de ello. El más claro, es el que ya he descrito en este espacio en alguna ocasión: cómo en la Axarquía se reemplazaron los cultivos autóctonos por mangos y aguacates que demandan una cantidad ingente de agua. Esa avaricia, impulsada por políticos de dudosa preparación, ha sumido a la región en el colapso hídrico, que aún es peor por décadas de insuficientes mejoras en las infraestructuras hidraúlicas.

Otro ejemplo es cómo se ha despilfarrado el agua en los ayuntamientos, negándose a instalar riegos automáticos y encharcando cada día zonas enteras por dejar abiertas las llaves del agua mientras el personal de Parques y Jardines hacía la ronda por el municipio. Por no mencionar, claro está, cómo se ha privatizado el agua en la mayor parte de las localidades, encareciéndose significativamente las tarifas, sin exigir a las empresas contratistas que realicen un mínimo mantenimiento, con constantes fugas de agua durante todo el año.

No podemos olvidar, además, el robo del agua por parte de los regadíos ilegales y que ahora el PP, con la complicidad del PSOE, ha dedicido legalizar en Doñana, lo que supone la sentencia de muerte para el Parque Natural. Otro buen ejemplo de esa vista cortoplacista.

¿Saben qué es lo peor de todo? Que ahora, cuando todos esos incautos y avariciosos que se reían del cambio climático comienzan a pronunciarse con mensajes de sostenibilidad, continúan haciéndolo con ansias de hacer caja. No hay iniciativa que no pongan en marcha estos políticos que no termine inflando la cuenta de resultados de empresas, con la elaboración de estudios que llegan tarde, con talas de árboles autóctonos para reemplazarlos por palmerales sudamericanos... Ver a alcaldes presumir de estrategias medioambientales mientras tienen abierta en los tribunales una causa por un presunto un delito de prevaricación y contra la flora y fauna silvestre es berlanguiano.

Llegamos tarde y mal, pero no sólo en la puesta en marcha de políticas que no atenten contra el medio ambiente, sino en la misma elección de quienes han de poner en marcha esas políticas. Es hora de asumir responsabilidades, no tirar balones fuera y actuar en consecuencia, cerrando bien los grifos, el del agua y el de esta avaricia sin medida.

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