Posos de anarquía

Autónomos y su cuota de paciencia agotada

Autónomos y su cuota de paciencia agotada
La paciencia de los autónomos, históricamente olvidados, está ya en fase de agotamiento. - Pixabay

Los autónomos, una vez más, a los pies de los caballos. Este colectivo de trabajadores ha sido históricamente olvidado, a pesar de ser crucial para no disparar aún más la tasa de desempleo y seguir contribuyendo al PIB. El actual Gobierno parece querer cumplir al fin con la eterna promesa de quienes han habitado La Moncloa: mejorar el absurdo sistema de cotización que hace que ser autónomo en España sea una auténtica heroicidad. Sin embargo, son tantos los palos de ciego que la paciencia ha rebosado.

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, presentaba ayer una nueva propuesta que modificaría el sistema de cuotas que abonan los autónomos. Ni siquiera entraré en el contenido de la misma -daría para otro artículo-, pues el foco hay que ponerlo antes en cómo Unidas Podemos (UP) salió al paso para rechazar la propuesta del gobierno del que forma parte. "Nosotros no podemos (ni queremos, ni vamos a) apoyar semejante cosa. Que quede claro", aseguraba en Twitter el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique.

¿Qué imagen traslada el Gobierno? Ya no es sólo que se esté regalando munición a la artillería de la oposición, perdida entre macrogranjas y un terrorismo zanjado hace más de una década, sino que desesperanza a la ciudadanía, que ve cómo el Gobierno de coalición se va deteriorando cada vez más a medida que se aproxima un nuevo ciclo electoral.

Es evidente que este tipo de gobiernos son complejos y que el debate interno y las tensiones se han de dar. Lo vemos, por ejemplo, en los distintos puntos de partida que tienen PSOE y UP a la hora de abordar cuestiones aún por acometer, como la reforma fiscal. Cosa bien distinta, en cambio, es lo sucedido con el régimen de autónomos, del que se realizan anuncios que deberían haber sido previamente debatidos por los dos miembros del Gobierno y no es así.

En España hay algo más de tres millones de autónomos, de los que cerca de dos millones son personas físicas, no societarios. Se trata de personas que ni siquiera se pueden incluir en ese concepto de emprendedor que se ha idealizado para ocultar la precariedad, pues decidieron trabajar por cuenta propia ante la cantidad de puertas que les había cerrado previamente el mercado laboral.

Se puede maquillar como se quiera, hablar de un único gobierno y dos almas y pamplinas semejantes, pero lo que demanda la ciudadanía, lo que cabe esperar de un gobierno, son soluciones a los problemas y no más disputas estériles. Cuando el Ejecutivo realiza un anuncio que habrá de ser posteriormente debatido por el resto del Congreso y los agentes sociales, lo mínimo exigible es que ya exista consenso entre quienes componen el Gobierno. De no ser así, no se han hecho los deberes.

Comenzamos a estar demasiado acostumbrados a que se sucedan episodios similares, en los que PSOE y UP se pisan competencias, airean sus diferencias sin resolver con medidas ya anunciadas o, lo que todavía es peor, plantean y registran en el Congreso propuestas diferentes. Sencillamente, es descabellado y agota la paciencia de una ciudadanía que cuya desafección política crece casi al mismo ritmo que los problemas a su paso.

Unas veces PSOE y otras Unidas Podemos, no dudan en torpedear la coalición con tal de apuntarse un tanto, de liderar alguna de las transfomaciones sociales que este Ejecutivo está emprendiendo (Ingreso Mínimo Vital, subida del Salario Mínimo Interprofesional, reforma laboral, regulación del precio del alquiler...). Quizás no son tan conscientes de que también comparten fracasos y sonoros patinazos, los cometa uno u otro, ambos optaron por ser un único Gobierno, y cuando se valore la legislatura el balance tocará a ambas formaciones de pleno. Y hechos como el vivido ahora con los autónomos es un patinazo compartido.

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