Posos de anarquía

La Plataforma fracasa

La Plataforma fracasa
Manuel Hernández durante una de las manifestaciones del paro de camioneros.— RTVE

La autodenominada Plataforma Nacional de Defensa del Sector del Transporte por Carretera ha suspendido este fin de semana sus paros sin haber conseguido ninguno de sus objetivos, salvo el de sentarse con la ministra de Transportes, Raquel Sánchez. Nada más. La cruda realidad para este colectivo es que cualquier mejora conseguida para este sector nada ha tenido que ver con sus movilizaciones, pues no han participado en las negociaciones al, como se ha evidenciado, no representar en absoluto al sector. Ha fracasado.

La Plataforma que lidera Manuel Hernández -sin que se conozca cómo fue elegido- ha terminado viendo cómo el objeto de sus protestas ha terminado encontrando el mismo destino que su empresa quebrada en 2018, Transportes Manolín. Ninguna de las medidas adoptadas para mejorar la situación del sector del Transporte han surgido gracias a la Plataforma; ha sido, en cambio, fruto del trabajo del Gobierno con el Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC), que es quien representa al sector.

Esta nula representatividad de la Plataforma se ha evidenciado como una bofetada de realidad para Hernández y sus secuaces una vez que se alcanzó un acuerdo con el CNTC y, muy especialmente, cuando se desactivaron los piquetes violentos de la Plataforma. Lo que para Hernández era un éxito y que en realidad únicamente provocó la pérdida de millones de euros para negocios familiares de productores de leche, agricultores, ganaderos, otros transportistas o, incluso, el desabastecimiento de bancos de alimentos sólo se sustentaba en la violencia y el miedo ejercido contra la inmensa mayoría de transportistas que sí quería trabajar.

Negar la necesidad de mejorar las condiciones laborales del sector sería una auténtica necedad y, precisamente por ello, las medidas adoptadas por el CNTC deben ser sólo un punto de partida, el comienzo de un trabajo duro para acabar con los abusos que se dan en el sector, sin olvidar, además, una necesaria reconversión del transporte de mercancías para aprovechar más nuestra extensa red ferroviaria.

Así pues, Hernández y los suyos se han quedado con tres palmos de narices viendo cómo quedaban en la irrelevancia y las escasas simpatías que pudieran haber cosechado se han convertido en rechazo y desaprobación por todo el perjuicio provocado. Cambiaron los cauces legales de representación por una página de Facebook y se creyeron en huelga cuando no era más que un paro, sin servicios mínimos, sin regulación y, además, con la violencia, las coacciones y la intimidación como sus únicos avales.

El nulo sentido democrático de esta organización que lidera Hernández se plasma, una vez más, en el modo en que puntualiza ahora que no se trata de una desconvocatoria del paro, sino de una tregua, en ese lenguaje pendenciero que han llegado a materializar con pinchazos de ruedas, pedradas a los compañeros transportistas que necesitaban trabajar o tirando la mercancía por la calzada, desperdiciándola, cortando vías de acceso.

El fracaso de la Plataforma roza la humillación, dado que, a partir de ahora y después de no haber conseguido nada, quienes la componen se beneficiarán de las medidas conseguidas por el CNTC del que reniegan, al que desautorizan y que, sin embargo, es el que ha logrado que cuando ahora vuelvan al trabajo lo hagan en mejores condiciones. Gritar, crispar pero, a la hora de la verdad, aprovechar los frutos del trabajo de otros, ¿les suena de algo en la esfera política?

Más Noticias