Posos de anarquía

Mina, el agresor victimizado

Mina, el agresor victimizado
El titular de 'ABC' despertó la desaprobación y duras críticas en redes sociales.

La condena a cuatro años de prisión para el futbolista Santi Mina por haber abusado sexualmente de una mujer en junio de 2017 manda un mensaje: un comportamiento tan vil como ese no puede salir gratis. A pesar de la claridad y facilidad de entendimiento de dicho mensaje, no todo el mundo es capaz de asimilarlo y, así, el diario ABC publicaba ayer tarde la noticia titulando 'La noche que arruinó la carrera de Santi Mina'. Afortunadamente, las reacciones en redes sociales cobraron tanto peso que el periódico conservador se vio obligado a rectificar el titular, pero ya se había delatado.

Juzgado y sentenciado, la conclusión es contundente: lo arruinado realmente es la vida de la víctima, de la mujer agredida, que presenta sintomatología ansiosa y depresiva grave. Hablando en plata, la carrera de Mina debería importarnos un carajo, considerando que ha sido responsable de que el día a día de una mujer se presente siempre cuesta arriba, sufriendo trastorno de estrés postraumático crónico. Lo único arruinado, no fue la carrera de Mina, sino la vida de la víctima y él fue el responsable.

El titular de ABC, que incluso después de haber rectificado tuiteaba conservando la esencia de su deleznable y machista información, victimizaba a Mina de un modo intolerable. Aun queriendo poner el énfasis en qué sucederá con la carrera del futbolista a partir de ahora, no fue la noche quien la arruinó, sino él mismo. Mina fue quien aquella noche en Mojácar se convirtió en un depredador sexual, quien abusó de una mujer que explícitamente le había dicho que no deseaba mantener ningún contacto con él; Mina fue quien pensó que tenía el derecho a no respetar a la víctima, considerándola al servicio de su apetito sexual. Y se equivocó de pleno.

Mina, el agresor victimizado
Tuit de ABC, guardando la esencia machista incluso con el titular rectificado.

El problema de fondo es que no podemos decir que Mina actuara de manera irracional. Actuó racionalmente, con esa mentalidad machista de pensar que si un hombre desea sexo, lo obtiene, guste o no a la mujer. El 'no es no' parece que no cala en esa cultura heteropatriarcal caduca y casposa, que es la misma que motiva titulares como los de ABC. Culpar a la noche, victimizar al agresor es desviar el foco de donde debe estar, que es en la víctima real y única de esta terrible historia.

¿Es necesario continuar martilleando una y otra vez con el feminismo, con esta perspectiva de género que sigue sin calar en la materia gris de algunas personas? Pues parece ser que sí y, de hecho, así se desprende de la misma sentencia de esta causa, que absuelve al amigo de Mina, el también futbolista David Goldar. Ni la fiscalía pidió pena para él ni el tribunal ha considerado que sea punible que no impidiera que su amigo abusara de la mujer, metiéndole su pene en la boca. Por muy sorpresiva, inesperada e imprevisible que fuera la agresión, como apuntó el fiscal, Goldar debiera haber reaccionado en el mismo instante en que Mina entró desnudo en la caravana, pero no lo hizo y decidió ser un mero testigo del abuso en compadreo troglodita con su amigo. Y sí, a él sí le ha salido gratis haber permanecido impasible a cómo Mina arruinaba la vida de una mujer.

Las reacciones en las redes sociales que obligaron a ABC a rectificar han de multiplicarse exponencialmente, producirse en el plano analógico, cuando fuera del espacio digital se disculpa, bromea o victimiza al agresor, cuando se quita hierro a unos comportamientos que es preciso desterrar de una vez por todas. Para hacerlo, cambiemos también el foco educativo y, en lugar de enseñar a nuestras hijas a que huyan de callejones oscuros  y solitarios por las noches, a que avisen siempre cuando llegan a casa, eduquemos a nuestros hijos en la igualdad y el respeto a la mujer, en el 'no es no', en que nadie tiene derecho a abusar de otra persona y, muy especialmente, en que por el hecho de ser mujer, ni es una posesión ni está al servicio del hombre. Es tan de Perogrullo que cuando leo lo que escribo me siento estúpido, pero después reparo en que es necesario decirlo porque tengo iguales que no lo ven... y eso aterra, pero no retrocedemos.

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