Posos de anarquía

El mesías Feijóo ha muerto

El mesías Feijóo ha muerto
Ayuso y Feijóo durante un reciente acto de partido. - EFE / Juan Carlos Hidalgo

El Partido Popular (PP) ha entrado en barrena, únicamente sostenido por la inercia de unos sondeos en los que cada vez pierde más fuelle. La llegada de Alberto Núñez Feijóo, empeñado en irrumpir en Génova como un mesías redentor que arreglara el desbarajuste provocado por Pablo Casado, ha terminado por convertirse en una marioneta en manos del sector más ultra del partido, que lo sacude a su antojo, menoscabando un liderazgo endeble.

La deriva del PP va desdibujando la figura de Feijóo con la banda sonora de Concepción Gamarra, que cada vez muestra más cara de mala cuca. Sus cambios de guion son continuos, entregando al partido a unos bandazos que descolocan a cualquier militante con un mínimo de mirada crítica. Cambiar de posición constantemente con el único propósito de minar la acción del Gobierno, sin importar las consecuencias que estos virajes tendrían en el país si ocuparan ellos La Moncloa, evidencia la falta de programa, la incapacidad para gobernar.

Durante la sesión de control del pasado miércoles pudo comprobarse un nuevo cambio de estrategia. Tras impedir semanas atrás la apertura de una investigación por los asesinatos de migrantes en la frontera de Melilla, Gamarra cargó contra el Gobierno por esta masacre. El detonante fue un documental de la BBC que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, menosprecia calificándolo de "programa de televisión" como si fuera telebasura.

Quienes hoy se rasgan las vestiduras por el trabajo de la cadena británica y, muy especialmente el PP, deberían haberlo hecho antes, pues Público ya descubrió los hechos en exclusiva el pasado mes de junio. Desde entonces, la dimisión de Marlaska se hace imprescindible, pues lo defendido otra vez ayer en el Congreso lastra a la totalidad del Gobierno al pozo de los villanos, de quienes mercantilizan con vidas humanas. ¿Qué impulsó ayer al PP a exigir una transparencia que negó meses atrás conociendo exactamente los mismos hechos por este medio? Sólo hay un motivo: subirse al carro del desgaste a través de la desestabilización del Ejecutivo, aunque para ello tenga que rebajar su defensa incondicional -e irracional- de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

Es la misma desestabilización que persigue torpedeando los poderes públicos y vulnerando la Constitución misma con su negativa a renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). En menos de una semana, Gamarra ha pasado de afirmar que la reforma del delito de sedición era una cuestión distinta -como de hecho lo es- de la renovación del CGPJ a convertirla en el eje central de la oposición.

Estos cambios continuos en sus planteamientos generan confusión en el electorado del PP, que un día ve cómo su partido apoya unas medidas y al día siguiente las contrarias. Idéntica situación se produjo con la excepción ibérica, cuyo cambio de opinión Feijóo trató de ocultar mintiendo a la opinión pública, cogido in fraganti con respaldo de la videoteca.

Así las cosas, el PP parece confiarse a esa hinchada que vota unas siglas sin ni siquiera atender a su discurso porque, si lo hiciera, no reconocería a su partido. El problema es que cada vez más, como sucedió con Moreno Bonilla en las elecciones andaluzas -siguiendo precisamente los pasos de Feijóo en Galicia-, los conservadores ocultan sus siglas. ¿Qué les queda entonces? ¿Su líder? No, Feijóo está amortizado antes incluso de llegar a las próximas generales. Isabel Díaz Ayuso se ha encargado de eso, sentando las bases para que en las próximas generales el PP tenga que apoyarse en ella si quiere subir en los sondeos. Será la candidata en la sombra con las ventajas que ello conlleva en la hinchada popular: si hay victoria las miradas se dirigirán a ella, si hay derrota, a Feijóo. El mesías ha muerto.

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