Posos de anarquía

La ONU suspende a Marruecos en Derechos Humanos y se cruza de brazos

La ONU suspende a Marruecos en Derechos Humanos y se cruza de brazos
Tras negar los informes de la Asamblea General y del Secretario General de la ONU, el representante de Marruecos llegó a "exigir" al Grupo de Trabajo un "enfoque constructivo".

El pasado martes fue un mal día para Marruecos. En cuestión de pocas horas, quedó retratado como lo que es: un régimen autoritario que vulnera sistemáticamente los Derechos Humanos (DDHH) tanto de su población civil como del pueblo saharaui y toda aquella persona migrante que cruce sus fronteras. Un país, además, que utilizó Pegasus para espiar a otros gobiernos como el francés o el español y que, pese a ello, sigue actuando impunemente.

Durante esta semana se reúne el Grupo de Trabajo del Examen Periódico Universal (Universal Periodic Review (UPR) de la ONU que, básicamente, se dedica a examinar el respeto de los DDHH por parte de diversos países. Ayer fue el turno de Marruecos y el repaso que recibió fue de órdago por parte de la mayor parte de los países intervinientes, con contadas excepciones, como la lamentable intervención española que ni siquiera mencionó la cuestión del Sáhara Occidental o el modo en que se instrumentaliza a las personas migrantes en la frontera sur. No sorprende la decepcionante intervención del Gobierno de España considerando el modo en que sus manos se han teñido de sangre con masacres como la de Melilla y Nador y la manera en que, pese a existir respaldo documental que ya ofreció este medio en junio, continúa negándolo.

Más allá de que España debería ser incluida en la revisión del UPR en su próxima edición, el examen a Marruecos retrató a un régimen absolutamente abominable. Se trataba de la cuarta vez que el UPR lo evaluaba (ya lo hizo en 2008, 2012 y 2017) y defraudó, pues desde la última vez el respeto por los DDHH no ha mejorado sustancialmente. De hecho, el reino alauita continúa sin ratificar el Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte, ni el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ni el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño.

La lista de violaciones de derechos fundamentales a menores, mujeres, minorías étnicas, migrantes, colectivo LGTBi, etc. son innumerables, así como la vulneración de libertades civiles como la libertad de expresión, el derecho a manifestación o de reunión, entre otros. La propia relatora especial de la ONU sobre defensores de DDHH, Mary Lawlor, tuiteaba ayer recordando que desde el último examen del UPR, el mandato de defensores de DDHH había advertido a Marruecos hasta en 18 ocasiones por sus constantes violaciones.

Un tercio de estos apercibimientos se referían al Sáhara Occidental y, de ellos, cuatro se incluyeron en el informe de la Asamblea General de la ONU de 2021 sobre el encarcelamiento de largo plazo. No sólo eso, Lawlor también apuntaba que Marruecos también ha sido incluido en el informe del Secretario General de la ONU, Antonio Gutierres, sobre represalias en los cuatro últimos años (2018, 2019, 2020 y 2021).

Sobre la cuestión del Sáhara Occidental, el informe de la ONU expuesto en la sesión de ayer del UPR mostraba su preocupación por la falta de cooperación marroquí con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), habiendo sido negadas las visitas a  la región. Este informe subraya cómo en 2021 el ACNUDH no había podido realizar ninguna visita a la región por sexto año consecutivo, lo que desde su punto de vista ha impedido la vigilancia de la situación de los DDHH en el territorio.

El informe de la ONU expone su preocupación por las restricciones indebidas impuestas por Marruecos a la libertad de opinión y de expresión y a la libertad de reunión y de asociación pacíficas en el Sáhara Occidental, así como por el uso innecesario y desproporcionado de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad marroquíes para dispersar las protestas, los allanamientos domiciliarios sin orden judicial, los arrestos y las detenciones arbitrarios, la vigilancia ilegal y arbitraria, el acoso, la intimidación y la destrucción de bienes.

La relación de casos documentados sobre sobre torturas, malos tratos y negligencia médica en las prisiones no consiguieron siquiera sonrojar a los representantes enviados por Mohamed VI. De hecho, al sumar a este demoledor informe reproches verbales por parte de otros países, uno de los diplomáticos marroquíes literalmente "exigió" al Grupo de Trabajo "un enfoque constructivo" de la cuestión del Sáhara Occidental, acusando a quienes defienden el mandato de la ONU y el derecho de autodeterminación saharaui de instrumentalizar el conflicto y negando lo expuesto en los informes del Secretario General de la ONU. Un despropósito. 

La celebración de este examen de DDHH en el que Marruecos suspendió clamorosamente, prácticamente coincidió con el primer informe de la Eurocámara sobre Pegasus, que ha determinado que Marruecos se encuentra entre los principales actores de haber espiado ilegalmente a los gobiernos de Italia, Francia y España, entre otros. A esta nueva violación del Derecho Internacional por parte del régimen marroquí se sumaron ayer, además, seis nuevas denuncias ante el Comité contra la Tortura (CAT) de Naciones Unidas en Ginebra, por las torturas y vejaciones sufridas por los presos políticos saharauis encarcelados hace ya doce años desde el desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik.

No hay defensa posible del proceder marroquí. La batería de informes oficiales y de diversas ONG sobre los asesinatos, torturas, malos tratos y, en general, vulneraciones de todo el espectro de Derechos Humanos por parte del régimen alauita podría dar la vuelta al mundo varias veces y, sin embargo, ni una sola sanción económica o de otra naturaleza le ha sido impuesta a Marruecos. ¿En qué lugar queda la ONU, la Unión Europea y el resto de la Comunidad Internacional? ¿De qué sirven jornadas como la vivida ayer en la que la radiografía expuesta de Marruecos es la de un reino de terror en el que cada día se ponen en peligro vidas humanas, sino se acaba con ellas?

Y la pregunta definitiva: ¿qué más pueden hacer las víctimas de estas atrocidades? ¿Qué otro amparo pueden buscar quienes ven cómo ningún gobierno ni organismo internacional oficial actúan de manera contundente contra un monarca asesino como Mohamed VI? Todos los caminos, me temo, conducen a la violencia y, de escogerlos, nadie en el mundo entero podrá reprochar a las víctimas que no hayan agotado la vía pacífica. No después de lo vivido ayer y que, cómo no, no ha trascendido a los medios de comunicación.

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