Posos de anarquía

¿Qué pasa entonces con la ley del 'solo sí es sí'?

¿Qué pasa entonces con la ley del 'solo sí es sí'?
Manifestación del 25N por la eliminación de la violencia machista. - Álex Zea/Europa Press

Tras unos días informativamente muy intensos en los que todos los focos se dirigían a la aplicación de la ley del 'solo sí es sí', se ha producido un apagón. Si se busca, es posible encontrar alguna noticia al respecto, pero lejos del bombardeo al que fuimos sometidos hace unas semanas. Lo sorprendente entre un punto y otro es que nada ha cambiado: la ley sigue intacta y, en algunos casos, agresores sexuales se benefician de ella con reducción de penas. ¿Qué conclusión hemos de sacar?

Se ha dicho por activa y por pasiva: el espíritu de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida como ley del 'solo sí es sí', es tan positivo como avanzado. Aunque la derecha haya apostado por la mentira, desaprovechando una oportunidad de excepción de hacer oposición de altura, esta ley tiene más efectos positivos que negativos. Se ha puesto el énfasis en la reducción de condenas y poco se ha escrito de la consideración de delito de conductas machistas que venían tolerándose en el pasado. Eso ha sido un error, que trasciende también a los medios de comunicación.

No ha sido la única equivocación. La realidad es que en mitad del debate por otra legislación, la que modifica los delitos de sedición y malversación, se ha perdido el interés informativo en la ley del 'solo sí es sí'. Sin embargo, el número de agresores que ya se han beneficiado de ella supera, al menos, el medio centenar. Ponerse en el lugar de sus víctimas es muy difícil, pero con sólo intentarlo, a uno se le revuelven las tripas.

Desde el Ministerio de Igualdad se ha defendido en todo momento que la redacción de la ley es impecable y que modificarla no resolvería la reducción de condenas, culpando de ésta a la judicatura. El PSOE es más ambiguo, pero coincide con el resto del Congreso -incluido los socios de investidura- a la hora de apuntar a la idoneidad de cerrar cualquier brecha en la redacción que dé lugar a una interpretación que desencadene esta reducción de condenas.

El Tribunal Supremo se negó a sentar jurisprudencia, determinando que es preciso valorar caso por caso. Esa baza le ha salido rana al Gobierno, que confiaba salvar los muebles con una doctrina que finalmente no se ha desarrollado. Así las cosas y siguiendo los postulados del Ministerio de Igualdad, ¿hemos de normalizar que se reduzcan penas a los agresores sexuales durante años, que es lo que lleva formar en perspectiva de género a la judicatura? ¿Cómo se sentirán las víctimas? ¿Qué medidas efectivas se han tomado hasta ahora para formar a nuestra Justicia en esa perspectiva de género?

Por otro lado, ¿qué conclusión hemos de sacar de que jueces y juezas con probaba perspectiva de género hayan reducido penas con la aplicación de la ley? La desorientación de la ciudadanía es absoluta y el hecho de que no haya una única voz en el Gobierno que aclare qué se va a hacer con esa ley, definitivamente, no ayuda. La política debería ser pedagógica, pero lejos de serlo, en demasiadas ocasiones es engañosa, partidista.

La ciudadanía merece saber si finalmente a la ley del 'solo sí es sí' no se le tocará una sola coma y, si es así, qué sucederá con las víctimas que a buen seguro seguirán viendo cómo sus agresores se benefician de ella, algo que va a continuar sucediendo durante un tiempo. Aquí no hay bandos, o no debería haberlos; debe primar el bien común y, a ser posible, sin daños colaterales que ahora es innegable que hay.

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