Posos de anarquía

Sémper recibe la primera en la frente

Sémper recibe la primera en la frente
Gamarra, Feijóo y Sémper celebrando la portavocía de éste último. - PP

Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Borja Sémper, quien se fuera hace justo ahora tres años del PP por la deriva ultraconservadora de Pablo Casado, ha regresado al partido como su portavoz de la campaña electoral. Alberto Núñez Feijóo lo define como alguien al que "le gusta construir un discurso sosegado y contundente". Lo va a tener complicado. Recién aterrizado de vuelta a la primera línea de la política ya ha recibido la primera en la frente: su secretaria general Concepción Gamarra mintió sobre nuestro Código Penal, sin condenar el intento de golpe de Estado de Brasil y alentando implícitamente turbas similares en España.

Cuando aquel enero de 2020 Sémper anunció su retirada de la política firmé una columna en este espacio en la que elogiaba el movimiento por la integridad que entrañaba. Me agradó cómo antepuso sus principios ante el tsunami ultra que se gestaba en Génova, criticando el clima de crispación y confrontación que se vivía en política.

Sorprende ahora, con la atmósfera mucho más viciada que entonces, que regrese a primera línea y, además, como vocero de la propaganda del partido. Feijóo no es líder, pero tampoco es tonto, y con este nombramiento persigue tener otro pilar en el que apoyarse ante los delirios ultra de Isabel Díaz Ayuso y las bravuconadas de Elías Bendodo. Junto a Sémper, confía en evitar espantar al sector moderado que no comulga con el tándem Ayuso-Bendodo, aunque Sémper lo tendrá complicado para rebajar el tono de las acciones que, precisamente y como director de campaña, diseñe el malagueño, dispuesto a que el rival de todos los alcaldes de España sea Pedro Sánchez y no el candidato socialista de turno.

Para ser tan amigo de la moderación, Sémper regresa en un momento en el que su presidente de partido califica de tirano y sátrapa al presidente del Gobierno, su portavoz parlamentaria miente más que habla (con el cómputo del desempleo, el Código Penal...) y el PP entero incumple la Constitución recibiendo tirones de oreja de la Comisión Europea. Resulta difícil creer que Sémper está de vuelta con el propósito de reencauzar la situación, sobre todo porque ni siquiera  ha podido el presidente del PP, llegado como mesías y ahora desenvolviéndose como pelele.

Culminando el despropósito del que fuera presidente del PP de Gipuzkoa, éste abandonó la política afirmando que "ningún acuerdo merece la pena con la exigencia de Vox" y ahora, en cambio, asume esta portavocía con un gobierno de coalición con la extrema derecha en Castilla y León, una Ayuso tratando de apoyarse en los ultras para sacar medidas -sino pareciendo una de ellos- y declarando que su relación con Santiago Abascal "está a prueba de bombas", al margen de ideologías.

La discrepancia puede ser saludable y enriquecer, pero no cuando con quien confrontas defiende valores opuestos a la libertad y los Derechos Humanos, como es el caso de Abascal. Tener las tragaderas de mantener una amistad con alguien así dice mucho -o poco- de esa persona. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Hace tres años escribí que Sémper se iba "harto de morderse la lengua, de soportar rapapolvos internos por defender los valores que lleva 25 años promulgando". Ahora, en cambio, acepta esta portavocía, precisamente, cuando su partido más parece una amenaza para la democracia. Todo el mundo tiene derecho a equivocarse. Quien se equivocó, es evidente, fui yo al juzgar a Sémper.

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