Posos de anarquía

Las fronteras invisibles que ya existen en la ciudad (y los distópicos quieren mantener)

Las fronteras invisibles que ya existen en la ciudad (y los distópicos quieren mantener)
Barriadas como la Cañada Real en Madrid son marginadas por la derecha que fabula con distopías. - Ricardo Rubio / Europa Press

Bilbao ha acogido ese mes un encuentro en el que ha participado un centenar de expertos para revisar el progreso en la implementación de la Nueva Agenda Urbana (NUA) a nivel mundial, enmarcado dentro del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 11 de Naciones Unidas. En este escenario se ha planteado el objetivo de la ciudad de 15 minutos, esto es, que todos los servicios que precisa la ciudadanía se encuentren cerca para ir a pie, sin necesidad de tener que realizar grandes desplazamientos para acudir al trabajo, la escuela, al médico... Sectores de la derecha no han tardado en armar bulos y teorías de la conspiración que dibujan una distopía climática que tan sólo surge de sus mentes huecas.

El encuentro de Bilbao no ha reunido a un atajo de rojos o un motín progresista que trama imponer regímenes totalitarios. En realidad, era la ONU quien convocaba a través de su Programa para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat), junto al Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA) y el Programa para el Desarrollo (PNUD), con el apoyo del Gobierno Vasco. Tampoco la idea de ciudad de 15 minutos es nueva. Hace cinco años tuve oportunidad de entrevistar a Eduardo Moreno, director de Investigación y Formación de ONU-Habitat, que ya apuntaba esta idea.

Según ONU-Habitat, ciudades como Madrid han crecido en las dos últimas décadas tres veces más de lo necesario. Se expande en territorio, bajando densidades y, con ello, perdiendo las llamadas economías de aglomeración. Así lo explicaba entonces Moreno, que afirmaba que esas políticas "hacen inviable un modelo de desarrollo" porque no es posible hacer llegar todos los servicios a zonas en las que no existe masa crítica de habitantes que pueda pagar esos servicios. Se generan entonces los guetos o se hacen inevitables los largos desplazamientos para quien se los pueda permitir, con el impacto negativo en el medio ambiente y la calidad de vida. De hecho, Moreno precisó que "cuando creces 20 kilómetros fuera del centro histórico de la ciudad, de media tiendes a perder entre un 10-12% de acceso a mercados laborales, lo que incrementa el desempleo en ese porcentaje".

Sectores ultras aprovechan ahora el objetivo de ciudad de 15 minutos para deformar la realidad, recurrir a la mentira y manipular dibujando urbes con muros de los que no se podrá salir, como una suerte de confinamiento climático. No ese el objetivo que plantean los expertos convocados por ONU-Habitat, cuyo informe se elevará al Foro Político de Alto Nivel 2023 que reunirá en julio en Nueva York a los 192 estados que conforman la ONU para valorar el conjunto de desarrollo de los ODS.

Las teorías de la conspiración tratan, en realidad, de ocultar el confinamiento que, de hecho, ya se produce de facto en grandes ciudades. Así lo ha indicado en Bilbao Edlam Abera Yemeru, jefa de Conocimiento e Innovación de ONU-Habitat, cuando ha advertido que ya existen asentamientos y barrios marginales que no cuentan con suficiente infraestructura ni servicios que los saque de la exclusión. Esa parte de las ciudades, que ya están entre nosotros y nosotras, no molesta a esa derecha retrógrada que ahora sugiere falsas distopías. A finales del mes de enero, sin ir más lejos, el vecindario del barrio malagueño de Palma Palmilla denunciaba públicamente cómo servicios tan esenciales como la seguridad, con presencia policial, brillan por su ausencia.

Desde la óptica de Abera Yemeru, la pandemia no ha hecho más que  sacar a la luz el elevado grado de desigualdad que vivimos en las grandes ciudades, cómo no todos los habitantes tienen idéntico acceso a servicios y oportunidades. La experta afirma que estamos "divididos por fronteras invisibles", pero esas a los conspiranoicos no les importan, porque ellos viven en el lado bueno. No se puede ser más cínico. La ciudad de 15 minutos derribaría esas fronteras y, con ello, sus privilegios.

Shipra Narang Suri, directora de la división de Prácticas Urbanas de la ONU, coincide con esa visión, habiendo apuntado a Bilbao -cuyo diseño urbano elogia- que la pandemia destacó las debilidades sistémicas de muchos entornos urbanos. Para 2050, dos tercios de la población vivirá en grandes urbes, pero los desafíos de vivienda, movilidad e inclusión social ya están aquí. Para afrontarlos, Narang Suri recomienda que los ayuntamientos incluyan a la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones, una práctica poco extendida.

La experta precisa que hacer de las ciudades espacios más inclusivos no podrá hacerse únicamente con gasto público; el sector privado -al que representan los conspiranoicos- ha de involucrarse. De nuevo, echo la vista cinco años atrás, y recuerdo cómo Moreno ya lamentaba que "aunque sea en la zona más remota del mundo, la urbanización genera riqueza", que a veces es invisible en forma de economías de escala, y "el problema es que alguien se beneficia de ello". Este fenómeno ha propiciado, según datos de la ONU, que ocho de cada diez ciudades del mundo son más desiguales que hace 20 años, lo que supone que el 80% de 3.000 millones de habitantes de zonas urbanas están viviendo en espacios más desiguales.

"No puedes diseñar una ciudad si no persigues el bien común", afirmó Moreno, y como vemos con ese puñado de distópicos, la minoría elitista meterá cuantos palos en las ruedas sea posible para truncar ese camino hacia el bien común.

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