Posos de anarquía

¿Qué margen dará EEUU al plan de paz de China?

¿Qué margen dará EEUU al plan de paz de China?
Xi Jinping y Vladímir Putin durante su encuentro en Moscú. - Vladimir Astapkovich / EFE / EPA

China ha dado un golpe de timón en la guerra de Ucrania. Su propuesta de plan de paz es una manera de afrontar el conflicto radicalmente opuesta a la que emplea la OTAN. Mientras EEUU y Europa siguen apostando por las armas, Xi Jinping continúa con sus políticas discretas, sin aspavientos ni ruido, que obviamente buscan también sacar tajada. ¿Permitirá Washington que Pekín salga reforzado de una guerra, otra más, en la que EEUU se ha presentado como el salvador?

Prácticamente coincidiendo en el tiempo con el acuerdo de la Unión Europea (UE) para destinar 2.000 millones de euros para enviar más munición a Ucrania, China busca el progreso de la guerra mirando hacia la paz. La sintonía entre Vladimir Putin y Jinping es más que evidente, antes del conflicto y durante el transcurso de éste, en gran parte debido al modo en que ambos países han sido demonizados por EEUU, empeñado en agruparlos para mantener una visión del mundo bipolar. Una relación que no es horizontal, pues el líder chino ejerce sin avasallar una posición de superioridad.

No es que el contenido del plan sea lo de menos, pero que se mueva la diplomacia al menos por un lado es un paso. Con todo, no es un plan cualquiera, puesto que incorpora la devolución de territorios ocupados por parte de Rusia y, aun así, Putin no lo mira con malos ojos. Resta que Jinping visite Kiev y se lo presente a Zelenski, que presumiblemente se opondrá, respaldado por la Casa Blanca que no está por la labor de que quien sienta las bases para resolver la matanza sea su gran enemigo comercial de Oriente.

Quienes continúan acusando a China de beneficiarse de esta guerra –algo que no niego- harían bien mirando cómo EEUU se hace de oro con su gas procedente de una práctica tan controvertida como el fracking, por ejemplo. Es hora de abandonar los dobles raseros y ver todo el dibujo en su totalidad. Tan evidente es que China se quiere presentar como la potencia pacificadora –a lo que se adosa ahora Putin con su aceptación- como que si la OTAN se opone, ésta corre el riesgo de quedar como la belicista. El pasado de EEUU no ayuda, claro, cuyo modus operandi para defender la democracia en terceros países históricamente ha sido arrasar con sus bombas. EEUU rodea países con sus flotas o los pone en la diana de sus misiles; China, que es una potencia militar, no moviliza tropas, moviliza mercados.

Bien lo sabemos en pleno 20 aniversario de la guerra preventiva de Irak. La fecha para la visita de Jinping no es casual, aprovechado la estela de aquel crimen de guerra por el que Bush, Blair y Aznar salieron indemnes, sin ni siquiera ser juzgados. Quizás en aquel caso y tras demostrarse que jamás hubo armas de destrucción masiva, la Corte Penal Internacional (CPI) debiera haber tomado medidas, pero cuando se trata de Occidente el proceder es diferente. Ver hace una semana cómo Joe Biden se felicitaba de que la CPI emitiera la orden de arresto contra Putin ha sido esperpéntico, dado que EEUU no reconoce el poder de tal tribunal ni se somete a su jurisdicción en ninguno de los desastres bélicos que ha protagonizado (Libia, Afganistán...).

La Casa Blanca ya ha manifestado que un alto el fuego –propuesto en el plan de paz- es una victoria para el Kremlin y no está dispuesto a consentirlo. Especialmente después de que China se haya apuntado el tanto de haber acercado las posiciones de Arabia Saudí e Irán, cuya nueva relación será tensionada por EEUU a través de sus socios Turquía e Israel, haciendo que su repercusión real todavía sea una incógnita. Sin embargo y como sucede con el plan de paz para la guerra de Ucrania, se trata de un avance diplomático que destaca sobre la perspectiva belicista que destila EEUU. Aun asumiendo que Ucrania es el país invadido, ¿dejarán Zelenski y la OTAN margen ya para la diplomacia o seguirán instalados en conseguir la paz por vía de las armas?

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