Posos de anarquía

Maricas cofrades

Maricas cofrades
'¡Dolores, guapa!' no le dejará indiferente.

"Historias de maricas en la Semana Santa de Sevilla". Con esa carta de presentación, el documental ¡Dolores, guapa! de Jesús Pascual puede tener muchos efectos en quienes lo ven, excepto dejar indiferente. La cinta nos trae el papel del colectivo LGTBIQ+ a la Semana Santa de Sevilla. A partir de los comentarios homófobos en redes sociales que generó un vídeo publicado en YouTube durante una procesión en el barrio sevillano del Cerro del Águila (vídeo inferior), Pascual investigó y rodó este documental que ya se ha paseado con éxito por diversos festivales de cine.

Vaya por delante para quienes no conozcan Semanas Santas tan emblemáticas como la de Sevilla o Málaga que la pasión que viven muchas de las personas participantes por estos actos poco o nada tiene que ver con la religión. De hecho, el porcentaje de ateos y, sobre todo, de católicos hibernados que no practican desde su comunión, que levanta pasos o tronos debe de ser muy elevado. Dicho lo cual, la hipocresía que denuncia implícitamente ¡Dolores, guapa! se ve amplificada, pues al tiempo que hay momentos como estos festejos en los que la Iglesia mira para otro lado, en buena parte del año se desprecia o, incluso, ataca al colectivo LGTBIQ+.

El documental pone encima de la mesa las diferencias entre católicos y capillitas -sea cual sea su orientación sexual-, entendiendo éstos últimos como quienes disfrutan y participan de las actividades cofrades, independientemente de si es católico o no. Igual te puedes apuntar a un club motero que a una hermandad, lo que cuenta es la devoción que aglutina a sus miembros que, hasta hace muy pocos años, estaba restringido exclusivamente a los hombres.

El documental, en el que no han podido participar todos los que hubieran querido porque pedían el pixelado de su cara y la distorsión de su voz por temer represalias en sus hermandades -algo que Pascual tenía claro que no quería hacer- resulta tan transgresor que, incluso, nos descubre a estas hermandades como espacios de ligue LGTBIQ+ en muchos casos.

Por otro lado, uno de los aspectos más positivos que sugiere la película viene del lado de cómo la presencia homosexual en las cofradías ha contribuido en cierto modo a evangelizar contra la homofobia, a normalizar que la orientación sexual no está reñida con la fe, la devoción o el sentimiento capillita. Sin embargo, no es menos cierto que la cinta revela cuán presente está la pluma en las hermandades, chocando con la plumofobia, a pesar de que este colectivo LGTBIQ+ se ha convertido en uno de los pilares de la Semana Santa sevillana. Ese absurdo nivel de discriminación troglodita que parece jactarse de tolerar -que no respetar- al homosexual, pero sin pluma, sin ese amaneramiento que, en realidad, a nadie agrede.

Asimismo, pareciera que se pretende una apropiación de símbolos que, en realidad, ya trascienden a la religión misma, del mismo modo que el semblante del Che Guevara ha terminado sirviendo al capitalismo plasmado en camisetas producidas con explotación infantil en Bangladesh. Todavía en el recuerdo tenemos el enésimo ridículo de Abogados Cristianos cuando trató de condenar a Borja Casillas, que con su personaje Drag Sethlas se alzó ganador de la gala drag del carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.

Vean la película, abran sus mentes, tanto de un lado como del otro -también, si es ateo, para entender lo que mueven realmente las procesiones- y prepárense para la nueva cita que realizará Pascual, abordando la participación lesbiana en el Rocío. El mundo no cambia tanto, pero las mentes confiemos que sí.

Más Noticias