Los medios de comunicación están volcados con la Inteligencia Artificial (IA), en la mayor parte de los casos para seguir hinchando su burbuja, algo de lo que llevamos mucho tiempo advirtiendo en espacios como kⒶosTICa. La IA nos traerá muchos beneficios, sin duda, pero todavía resta mucho camino por recorrer como nos recuerdan tristes estadísticas como las referidas a las resoluciones de expedientes del Ingreso Mínimo Vital (IMV).
Desde que comenzara su andadura en 2020, el IMV ha beneficiado ya 595.511 hogares en los que viven 1.700.028 personas, según la estadística publicada por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) hasta finales de marzo. Las cifras están lejos de lo esperado cuando se puso en marcha y dista aún de alcanzar a la gente que lo precisa. El hecho de que en menos de tres años ya haya sufrido cuatro cambios legislativos no ayuda; la desconexión entre organismos y Administraciones, tampoco.
La realidad nos dice que casi la mitad de los expedientes abiertos en 2022 para conceder el IMV ni siquiera fueron resueltos. De los 680.707 expedientes, tan sólo se resolvieron 364.349. Ese es un lujo que como sociedad no nos podemos permitir. La tecnología, incluida la IA y los últimos avances en automatización, bien podrían ayudar a acelerar esos procesos, pero inexplicablemente estamos lejos de conseguirlo porque no se han hecho los deberes.
Llevamos hablando de la Administración electrónica desde la década de los 2000, pero nos encontramos más retrasados de lo que debiéramos, como ahora nos demuestran los expedientes del IMV. La falta de interoperabilidad entre los distintos niveles de la Administración entorpece la ejecución de este y otros tipos de procesos, haciéndonos remitir documentación que obra ya en su poder, desde nuestros DNI, a títulos académicos, certificados de empadronamiento, etc.
Recientemente, en una de las ponencias que tuvo lugar durante el Congreso ASLAN2023, el director de la Oficina del Dato de la Seguridad Social en Gerencia de Informática de la Seguridad Social, Luis Díez Porres, avanzaba que los esfuerzos de este organismo se encaminaban a llevar prestaciones como el IMV a la puerta de quien lo necesita, de manera proactiva y sin que ni siquiera lo solicite. Es un ambicioso objetivo, considerando que hoy por hoy más del 46% de los expedientes que sí han sido solicitados no se resuelven en tiempo y forma.
Es imprescindible redoblar esfuerzos, porque lo más cerca que hemos estado de esa meta ha sido el autobús del IMV que recorrió España para acercar la prestación y los buenos resultados de cobertura alcanzada. Hay una gran número de personas que por falta de información o formación ni siquiera conocen la existencia de determinadas prestaciones que les aportan algo de oxígeno en su situación de exclusión.
Buena parte de los obstáculos con los que la Administración electrónica se topa ahora debieron haber sido superados hace muchos años, pero no ha sido así. La tecnología importa y se ha convertido en un elemento determinante para combatir la desigualdad, pero sin las políticas correctas no sirve de nada. No nos encomendemos a las bondades de una IA si antes no hemos sentado las bases para derribar muros burocráticos que nosotros mismos hemos levantado.