Posos de anarquía

Carla Simón y la jauría política

Carla Simón y la jauría política
Carla Simón finalmente no irá en las listas de Junts. - Alberto Paredes / Europa Press

La laureada directora de cine Carla Simón sorprendió a muchas personas al conocerse su intención de concurrir en la listas de Junts para las elecciones municipales en Les Planes d'Hostoles, Cogolls i les Encies (Girona). Apenas unos días después, Simón renunciaba a sus planes, motivando su decisión en las reacciones y críticas sufridas tras el anuncio. Ser figura pública y dar un paso al frente en política no sólo es legítimamente opinable, sino que lamentablemente se cobra una factura mediática y en redes sociales absolutamente injustificable.

Les Planes d'Hostoles, Cogolls i les Encies apenas tiene 1.700 habitantes. Esa realidad se ha obviado en las encendidas críticas que Simón recibió cuando se conoció su incorporación a las listas de Junts. Tampoco se tuvo en cuenta el hecho de que en las anteriores elecciones Junts ganara los nueve escaños existentes en el Ayuntamiento de esta localidad o que la directora concurriera como suplente en el puesto 10 de la lista. Como indica en su mensaje de renuncia, era, pues, algo simbólico.

Todas esas circunstancias importan, aunque quienes no conocen la política local en municipios pequeños lo pasaran por alto. La marca política importa, pero no define. En localidades tan pequeñas, que no alcanzan ni a 2.000 habitantes, las siglas de partido no tienen por qué marcar las políticas llevadas a cabo. Eso es así. Llevo años dedicado a la política municipal y en algunos municipios he visto a partidos de derechas poner en marcha iniciativas sociales más propias de la izquierda y a partidos progresistas privatizar servicios públicos.

La máxima de que en los pueblos se vota a las personas, no a los partidos, es real. Tiene un lado perverso y es el que también se da con demasiada frecuencia, esto es, el de las políticas de estómagos agradecidos, de los enchufes a cambio de votos. Si en municipios como en el que resido, Rincón de la Victoria (Málaga), es tristemente constatable y eso que ya supera los 50.000 habitantes, imagen en los más pequeños. Pero incluso más allá de ese riesgo y gracias a que las menores dimensiones del municipio y el mayor conocimiento del mismo facilitan la ejecución de determinadas políticas, son las personas y no el partido quienes definen realmente las políticas.

Dicho esto, Simón consideró que el proyecto de Junts encabezado por Pablo Odell era el más idóneo para su pueblo y decidió dar su apoyo público. ¿Apoyaba una directora de izquierdas a una candidatura de un partido de derechas? Sí. ¿Lo hacía por ser un partido de derechas? No. Y eso, lamentablemente, no se ha entendido, entre otras cosas, porque quienes más la criticaron seguramente desconocen la realidad de la política local. Y si no entendieron eso, ¿cómo pedirles que siquiera conocieran que Junts ya tiene sus propios problemas en Les Planes d'Hostoles, Cogolls i les Encies donde hace un par de meses dimitió el segundo teniente de alcalde? Ahora lo han hecho otros cinco ediles y se vislumbra una candidatura alternativa de cara al próximo 28 de mayo con el primer edil dimitido al frente.

¿Por qué para algunas personas es tan complicado extrapolar que del mismo modo que se asume con normalidad que lo que se vota en clave municipal muchas veces no coincide con lo votado en las autonómicas o generales, sucede lo mismo con el apoyo a una candidatura? Por otro lado y más allá de estas consideraciones, es triste comprobar cómo el apoyo político de una figura pública incendia las redes sociales. Sucede tanto cuando se apoya a un partido de izquierdas como de derechas, porque descerebrados y descerebradas los hay en ambos lados, nutriendo jaurías políticas que empobrecen la democracia.

Quien da ese paso y hace público su apoyo, evidentemente, ha de hacerlo con todas las consecuencias, pero éstas no deberían ir más allá de ser objeto de opiniones, de crítica política, no de insultos y toda suerte de descalificaciones. En el caso concreto de Simón, ni siquiera se ha atendido a las circunstancias especiales. La política es territorio hostil y a menudo se critica esa circunstancia como uno de los motivos de la desafección que se vive entre la ciudadanía, pero ¿acaso no es la misma ciudadanía la que también echa gasolina a la pira? Hay que pensar en otro modo de hacer política, de arriba a abajo y de abajo a arriba, o terminaremos todos y todas calcinadas.

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