El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), se pasea presumiendo de traje, tejido con hilos de su narrativa de financiación autonómica. Complacido, se creía ajeno al escrutinio público, pero ayer los y las andaluzas lo vieron desnudo al constatar cómo otras Comunidades Autónomas se benefician de un dinero que pertenecía a Andalucía y él rechazó, con el consiguiente deterioro de los servicios públicos. Como en el cuento de Hans Christian Andersen, el presidente está desnudo.
Al electorado le duele el dinero más que la ideología. En un elevado porcentaje, los y las votantes se movilizan más cuando se les rasca el bolsillo que cuando se amenazan sus derechos. Sin entrar en cuán triste es esa realidad, lo cierto es que la derecha hace mucho tiempo que se percató de este asunto y por este motivo su narrativa siempre va asociada a ello. Lo hace, además, eludiendo el papel de esa élite que empobrece al país y, en su lugar, enfrenta entre sí a quienes menos tienen.
La sobreactuación del PP en torno a una financiación autonómica, cuyas novedades lamentablemente el Gobierno no ha detallado, va en esa dirección. En el caso andaluz, el discurso que proclama que "Sánchez rompe España" sirve a Moreno Bonilla de perfecta cortina de humo para ocultar cómo él es en realidad quien está rompiendo Andalucía.
Ya el pasado mes de marzo quedó demostrado –una vez más- cómo la Junta de Andalucía privilegia al sector privado en detrimento del público. Entonces y en este mismo espacio, quedó negro sobre blanco cómo la educación infantil pública sufría una sangría de recursos públicos porque Moreno Bonilla priorizaba la privada. La denuncia tuvo cierto calado, pero la noticia de ayer sin duda lo superó. El hecho de ver cómo justo al principio de curso el Gobierno de España reparte entre las otras regiones los 112 millones de euros que Moreno Bonilla rechazó, perdiendo así la oportunidad de crear 12.000 plazas de educación infantil, escuece en Andalucía.
Comprobar cómo otras Comunidades Autónomas mejoran su Educación con ‘dinero andaluz’, pues esos millones estaban a entera disposición de Andalucía, mientras aquí la gratuidad de la Educación Infantil se ha de postponer al curso 2025-2026 es una herida lacerante para la ciudadanía andaluza. Moreno Bonilla se victimiza acusando al Gobierno de España de discriminar a Andalucía infrafinanciándola al tiempo que rechaza 112 millones de euros para algo tan esencial como la Educación.
La oposición lleva tiempo denunciando la gestión del PP en San Telmo, que basándose en informes de la Cámara de Cuentas le acusa de haber dejado sin gastar el 95% de los 1.500 millones de Fondos Europeos incluidos en sus dos últimos presupuestos. Esta pérdida de recursos contrasta con el desguace que el gobierno de Moreno Bonilla está realizando de la Sanidad y la Educación públicas, saltándose los controles legales. Así se ha constatado con los 300 millones de euros adjudicados a dedo a empresas sanitarias privadas, sin publicidad ni concurrencia competitiva ni fiscalización previa, tal y como han denunciado los interventores del Servicio Andaluz de Salud (SAS).
Como en El traje del emperador, Moreno Bonilla y los suyos todavía creen que son capaces de deslumbrar con sus vestiduras de mentiras y medias verdades, pero lo cierto es que cada vez se les ve más desnudos. Así sucedió ayer mismo durante el inicio del curso escolar: ante la extraordinaria cantidad de barracones prefabricados que todavía se reparten en los colegios de toda Andalucía, el delegado de la Educación de la Junta, Miguel Briones, declaró que "sigue habiendo, gracias a dios, aulas prefabricadas. Que haya aulas prefabricadas significa que se está registrando en algunos centros o zonas un aumento de la población, de la matriculación".
El presidente está desnudo, todo el mundo lo ve y Moreno Bonilla ahora también es consciente de su desenmascaramiento aunque, como sucede en el cuento de Andersen, camina sin detenerse porque, en su opinión, hacerlo le pondría aún más en evidencia.