Málaga ya no sólo es la ciudad de los espetos, los museos y la mayor densidad de pisos turísticos por habitante; ahora también lo es de jabalíes. Y es que como sucede en tantos otros municipios de España, estos mamíferos han comenzado a bajar por los arroyos desde el monte hasta el núcleo urbano. La diferencia respecto a otras localidades españolas es que desde el ayuntamiento que lidera Francisco de la Torre (PP) se ha inclinado por matarlos a flechazos.
No es que cualquiera pueda armarse con un arco en Málaga e imaginarse que se encuentra en la campiña inglesa en tiempos de Robin Hood. El consistorio ha optado por confiarle una medida tan cruel a unos profesionales: el Grupo Servicio de Controladores con Arco de Especies Silvestres (SCAES), homologados por la Federación Andaluza de Caza (FAC). Ya en 2020, la FAC anunciaba que la Junta de Andalucía había habilitado a SCAES para "realizar el control poblacional de jabalíes, cerdalíes y cerdos vietnamitas con arco en zonas urbanas y urbanizables en toda Andalucía" o, lo que es lo mismo, matarlos a flechazos. Ahora el Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla le ha dado luz verde al Ayuntamiento de Málaga, que no ha tardado en adjudicar un contrato por cinco meses y algo más de 13.500 euros a los arqueros de SCAES.
Se mire desde el punto de vista que se mire, resulta una atrocidad. En primer lugar porque si las piaras de jabalíes bajan hasta la ciudad no es por gusto propio, sino que la acción del ser humano se encuentra detrás. El urbanismo desaforado que se ha autorizado por parte del Gobierno de De la Torre es uno de los principales motivos. Este mismo año y pese a contar con el rechazo de la oposición en bloque, el alcalde se ha mantenido en sus trece de seguir comiendo terreno a los Montes de Málaga y autorizar la construcción de casi 300 chalés de lujo en los Pinares de San Antón.
A medida que las casas engullen monte y los depredadores que regulaban el ecosistema han desaparecido, la población de jabalíes ha crecido, disponiendo cada vez de menos recursos. ¿Se plantea el Ayuntamiento alguna otra medida que evite dispensar la muerte a buena parte de estos animales? Alguna, como la instalación de una red de abrevaderos para disuadir a los jabalíes de que lleguen hasta el casco urbano en busca de agua... pero si llegan a bajar, especialmente los líderes de las piaras, estarán en el punto de mira de los arqueros.
¿Había más alternativas? Las había, pero o bien son más costosas o, sencillamente, aparatosas y/o polémicas. Ni siquiera expondré la reintroducción del lobo ibérico como medida natural de control de la población, pero sí el uso de su orina para disuadir pacíficamente a los animales de acceder a los núcleos urbanos. Ya existen experiencias en otros puntos de España que han tenido éxito, así como la utilización de feromonas de hembra para atraer a los machos al interior de los montes.
Por otro lado y en los puntos donde sea posible, levantar vallados de diferentes tipos puede ser otra alternativa, acompañándolos, además, de un control de fuentes de alimentación urbana, como es el caso de los contenedores de basura, que en demasiadas ocasiones rebosan en las áreas de urbanismo depredador a las que bajan los animales. Las organizaciones conservacionistas y ecologistas, que obviamente han puesto el grito en el cielo ante esta caza con arco, llevan años reclamando un control de la natalidad con anticonceptivos, habiendo sido reiteradamente ignorados.
Al fracaso de la gestión del hábitat, absolutamente plegada a los intereses urbanísticos, se suma la nula intención por parte del alcalde de relocalizar a las piaras a otros lugares más alejados en donde el ladrillazo aún no haya destrozado el monte. Por no hacer, el Ayuntamiento no ha realizado ninguna campaña en las zonas más afectadas para informar a la ciudadanía de cómo han de comportarse si se topan con jabalíes que, pese a ser animales salvajes, son pacíficos, diría que huidizos, y sólo atacan al sentirse amenazados.
En su lugar, se permitirá en el uso de arco y flechas en áreas residenciales. Como poco, inquieta, al tiempo que sobrecoge pensar en el sufrimiento que se infligirá a los animales. Incluso asumiendo que se quiere matar a los animales, ¿podría haberse optado por disparar dardos anestesiantes para posteriormente que un veterinario los eutanasiara? Claro, pero doble coste... y hay que priorizar gastos, como los 300.000 euros con que se ha subvencionado el "Jubileo de las Cofradías" en Roma.
Podría decirse que la gestión de Francisco de la Torre acaba con todo ser vivo autóctono: tanto con los seres humanos, a los que expulsa fuera de la ciudad al haberse negado a regular los pisos turísticos y el precio de la vivienda, como a la flora y fauna a la que va matando en favor de un lujo que como vino un buen día se irá, dejando los restos del naufragio capitalista al que el alcalde lleva décadas sometiendo a la ciudad.