La consejera andaluza de Economía, Hacienda y Fondos Europeos, Carolina España, ha desgranado esta semana los que volverán a ser "unos presupuestos récord" en Andalucía: 48.836 millones de euros. Con idéntico aire triunfante con que el presidente Juan Manuel Moreno Bonilla vendió las cuentas de 2024, promociona ahora las del año que viene. El problema es que los resultados no acompañan, lo que evidencia un serio problema de gestión. No por gastar más se alcanza la excelencia.
Desconfíen de cualquier gobierno, sea de izquierda o de derecha, que adose la coletilla "los más sociales de la historia" al anuncio de sus presupuestos. Especialmente si es un gobierno que ya gestionaba el año anterior; en cierto modo y de manera implícita, evidencia que las cuentas previas eran insuficientes y que, por tanto, no se presupuestó adecuadamente.
Pongamos letra a la música o, por ser más precisos, números a una de las áreas que objetivamente hablando peor está en Andalucía. Las cuentas andaluzas para 2025 aumentan su partida para Sanidad en 986,4 millones de euros, haciendo un total de 15.247 millones, un tercio del total presupuestado. Según los datos de la propia consejera, la partida ha aumentado un 6,9% respecto a la de este año, frente al 4,4% que ha aumentado el presupuesto total. Primer síntoma de que algo no va bien.
Segundo síntoma: el mismo Moreno Bonilla, cada vez más acorralado por la propia Intervención de la Junta con acusaciones de fraude de ley por sus contratos a dedo a la Sanidad privada, reconoce que este aumento es necesario para "reformar aquello que no funciona como quisiéramos". Las cifras de lista de espera son demoledoras y no descienden pese a las derivaciones millonarias que se han realizado a la Sanidad privada.
Este es el quid de la cuestión: no importa tanto la cantidad que se gaste en Sanidad como el modo en que se gaste. ¿De qué sirve incrementar los presupuestos para Sanidad si, en lugar de que ese dinero refuerce la pública, va a lucrar a la privada? Además y para mayor despropósito, sin obtener mejoría asistencial.
El tercer síntoma que delata que el gobierno de Moreno Bonilla presenta un cuadro agudo de deficiente gestión es su incapacidad para ejecutar el dinero disponible. La consejera España se hace trampas al solitario y calcula lo ejecutado en base a lo inicialmente presupuestado para 2024, es decir, 46.753,2 millones. La realidad, sin embargo, es que como recuerda la portavoz del grupo parlamentario Por Andalucía, Inma Nieto (IU), la capacidad real que determinan los créditos de gasto ascendieron este año a 49.600 millones, cifra inferior al presupuesto récord que ahora vende Moreno Bonilla para 2025.
El cuarto síntoma, que hace temer lo peor, es que con estas cifras no parece que el grado de ejecución del presupuesto sea el que afirma España. De hecho, Por Andalucía advierte que en el tercer trimestre del año aún quedaban 17.883 millones de euros sin ejecutar, lo que sugiere que para final de año podrían quedarse 5.000 millones sin gastar en una región con a la cola de la Sanidad y la Dependencia y líder en pobreza. El PSOE maneja cifras similares, hablando de 4.700 millones de euros guardados en un cajón. Esta semana, sin ir más lejos, hemos recibido otra bofetada de realidad: 12 de los 15 municipios más pobres de toda España son andaluces. Localidades en las que, a buen seguro, Moreno Bonilla no tiene el coraje de dejarse caer para promocionar su Presupuesto 2025.
El quinto síntoma es la contradicción de que Carolina España se jacta de que 6 de cada 10 euros del presupuesto de Andalucía irá destinado a las políticas sociales, pero obvia explicar que 7 de cada 10 euros del total llegará del Gobierno de España, según la oposición. Admitir tal cosa sería minar el discurso lastimero de Moreno Bonilla que, aun teniendo razón en reclamar una mejora de la financiación estatal, no puede escudarse en ello para justificar su pésima gestión. Para cuando termine este año, según fuentes del ministerio de Hacienda, Andalucía habrá recibido 27.937 millones de euros, el 60% del gasto que inicialmente presupuestó el gobierno andaluz.
En materia de Sanidad, que es donde más evidente resulta, Moreno Bonilla está aplicando la vieja estrategia de la derecha para privatizar servicios públicos. A nivel municipal esta táctica es más visible en áreas como la limpieza: se deja caer la calidad del servicio a mínimos históricos sosteniendo que no hay medios para sostenerlo y, después, se externaliza la gestión a los amiguetes de la privada. En el caso de la Sanidad, el presidente andaluz aplica este catecismo privatizador con un doble objetivo: por un lado, lucrar con contratos de dudosa legalidad a empresas de la Sanidad privada y, por otro, acusar al Gobierno de España de no proporcionar suficiente financiación mientras continúan los regalos fiscales a los más ricos.
Llegados a este punto, comienza a ser más complicado nublarle la vista al ciudadano y ciudadana de a pie con una lluvia de cifras y tecnicismos contables. Lo que ve nítidamente, lo que sufre en sus propias carnes es que nunca antes había tenido que guardar cola desde las seis de la mañana para intentar –que no es lo mismo que obtener- cita para su médico de Atención Privada. Ahora sí. Y ese sí que es un récord que se puede apuntar Moreno Bonilla, como el de pobreza o dependencia.