Posos de anarquía

Mañueco y la pocilga política

Mañueco y la pocilga política
Mañueco podría haber liderado una trama de financiación ilegal.- J. Casares / EFE / Archivo

El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP), lleva semanas centrando todas sus intervenciones en la polémica artificial en torno a las macrogranjas, una perfecta cortina de humo para ocultar los casos de corrupción que le cercan. Estas corruptelas parecen haber motivado el adelanto electoral y ahora, tras la exclusiva de Público de ayer, las sospechas cobran mucho peso, tanto, que incluso el juez instructor ha aceptado el escrito anónimo que detalla la presunta financiación ilegal del PP que orquestó Mañueco.

En un giro inesperado para el presidente de Castilla y León, éste se ha visto saltando de las macrogranjas a la pocilga más hedionda de la política. Un escrito anónimo le ha dado ese empujoncito y el nivel de detalles es tal que los purines de la corrupción le calan hasta los huesos a quien en una penosa interpretación afirma estar tranquilo.

De nuevo, la financiación ilegal planea sobre el PP. Pareciera que esta fórmula de dopaje político está tan institucionalizada en el partido que a la mínima de cambio se activa con total desfachatez. Tal y como describe el anónimo remitido a los juzgados el pasado mes de diciembre -antes de que Mañueco se aferrara al bulo de las macrogranjas-, el PP acusaba uno de los males que ya se evidenció en el proceso de Primarias que llevó a Pablo Casado a la presidencia del partido: las cifras de afiliados están infladas y no existen militantes suficientes al corriente del pago de sus cuotas.

Si uno no tiene sus cuotas pagadas, no puede votar en un proceso de Primarias. Es lo que sucedió cuando Mañueco era alcalde de Salamanca y, al echar cuentas, se percató de que más de 1.200 militantes no podrían votarle porque debían sus cuotas al partido. Debe suceder que el compromiso de la militancia del PP con sus pagos es similar al de sus representantes políticos con el pago de impuestos progresivos, porque de los casi 62.000 euros de deuda únicamente abonaron 11.000 tras las pertinentes reclamaciones, a lo que habría que sumar otros 9.000 euros de aportaciones voluntarias.

Según se desprende del escrito, Mañueco tenía claro que había que cubrir el resto de la deuda como fuera, pues sin esos votos no podría ganar las Primarias que le llevarían a la presidencia de la Junta de Castilla y León. Dicho y hecho, por un lado se impuso una suerte de impuesto revolucionario entre altos cargos del PP -unos 17.000 euros- y, por otro, las aportaciones de empresarios (más de 24.000 euros) que, seguramente, esperarían una contraprestación posterior si Mañueco llegaba a presidir la Junta. Ya como presidente, ver cómo contrata a dedo a tres empresas y reparte más de seis millones para realizar test de antígenos no contribuye a la buena fe, precisamente.

La soltura con que se procedió a ejecutar esta tropelía con dinero negro, siempre según el detallado escrito, evidencia que Mañueco no es precisamente un pionero en estas prácticas. Debe de existir todo un manual de financiación ilegal en el seno del PP, una especie de kit de bienvenida cuando uno accede a determinados cargos políticos, porque en esta trama habrían participado el senador Gonzalo Robles; el diputado nacional José Antonio Bermúdez de Castro; el presidente de la Diputación Provincial de Salamanca y presidente del PP de Salamanca, Javier Iglesias; el entonces concejal y ahora alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo; su teniente de alcalde, Fernando Rodríguez, y la gerente del partido, Isabel Sánchez. Todo ello con el conocimiento del letrado municipal, José María Benavente.

La autoría del escrito que ha llegado a los juzgados es una incógnita, pero el nivel de detalle que recoge hace temer lo peor y vuelve a evidenciar la importancia de destapar los casos de corrupción. La financiación ilegal de los partidos siempre deja un rastro de cadáveres, de cuentas pendientes de pago que no siempre se abonan y de callos pisados que tarde o temprano pasan factura. Quizás el anónimo llegó de una víctima de la extorsión interna en el PP que obliga al pago de impuestos revolucionarios, quizás de un empresario no satisfecho, quizás de alguien presionado e involucrado en la trama entonces que hoy ya no se encuentra en una posición tan expuesta... sea como fuere, Mañueco ha saltado de las macrogranjas a la pocilga política y lo ha hecho sin botas, hundido hasta las rodillas.

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