Posos de anarquía

Corruptos con tricornio

Corruptos con tricornio
Coche de la Guardia Civil. - Jesús Monroy / EFE

"Desde que saltó la información sobre la existencia de casos de corrupción dentro de los altos mandos de la Guardia Civil los guardias civiles nos preguntamos cómo los que se encargan de vigilar posibles conductas delictivas dentro del Cuerpo no apreciaron todas las irregularidades que, supuestamente, se estaban registrando". Así comienza un comunicado de la Asociación Española de Guardias Civiles al hilo de los casos de corrupción Mediador y Cuarteles. Si se lo preguntan quienes lo tenían todo en su mano para detectarlo y detenerlo, no resulta difícil imaginar el desconsuelo de quienes se sienten gallinas cuidadas por un zorro.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, comparecía ayer en el Congreso para arrojar luz sobre los casos de corrupción en la Guardia Civil y, en lugar de eso, lo que lanzó es un volquete de acusaciones al tiempo que se sacudía responsabilidades. Marlaska en estado puro, tan indigno de su cargo como ya ha demostrado en innumerables ocasiones.

Dicho esto y dado que la Secretaría de Estado de Seguridad ya abordó en 2017 junto a la dirección de la Benemérita la falta de transparencia en las contrataciones, y que a principios de 2018 el entonces titular de Interior, Ignacio Zoido, firmó el cese del teniente general Pedro Vázquez Jarava -hoy imputado-, la teoría de que el tufo de corrupción ya impregnaba al instituto armado durante el Gobierno de Mariano Rajoy cobra fuerza.

Sería también en 2018 cuando un escrito anónimo sin remitente advirtió de las corruptelas en las contrataciones de obras en los cuarteles y aquel mismo año el PSOE tomaría las riendas del Gobierno. Cinco años después, estallan los casos de corrupción. Parece lógico pensar, pues, que incluso aunque los delitos se comenzaran a gestar en gobiernos del PP, algo no se ha hecho bien durante el último lustro; desde luego no es para acudir al Congreso con la altanería con la que el pasado lunes se plantó Marlaska.

No obstante, todas estas consideraciones no deberían hacernos desviar la atención sobre el hecho de que la corrupción se ha dado en uno de los Cuerpos que, precisamente, debería combatirla. Por este motivo resulta irónico que la misma Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) pida un "plan de choque" contra la corrupción en el instituto armado. ¿De veras hace falta un plan de choque? ¿Es que no podemos confiar en la rectitud de quienes componen este Cuerpo? No podemos olvidar que para que se desarrollen casos como los que hoy nos regalan tristes imágenes de imputados con galones es preciso que se desvíen unas cuantas miradas.

Las informaciones que han trascendido sobre los chanchullos en las obras de los cuarteles presentan un proceder tan poco disimulado, tan zafio, tan cutre que todavía agrava más la sensación de descontrol interno y externo. No es algo excepcional; si echamos la vista atrás, los mayores escándalos de corrupción que hemos padecido en España han estado marcados por el descaro, la impunidad en el actuar, por la desfachatez. Desde las diferentes Asociaciones de la Guardia Civil lamentan el daño que está haciendo a la institución y no es para menos.

La corrupción parece ser el elemento que realmente articula y vertebra nuestro país pues más allá de colores políticos termina por emponzoñar cada una de las instituciones y organismos del Estado, sin olvidar la contraparte para que esta corrupción cobre forma, esto es, el empresariado. En el segundo, confiar en su legalidad es un mero acto de fe, sin embargo, en el caso de las instituciones públicas y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado deberíamos tener total garantía de su rectitud. No la tenemos en ninguno de los dos casos y cualquiera que pusiera por ellos la mano en el fuego saldría escaldado. Llevará tiempo y, sobre todo, muchos hechos, para cambiar ese sentir.

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