Punto de Fisión

Grandes momias de España

 

Cómo andarán las listas de espera en la Sanidad española que la momia del general Prim entró la semana pasada en el hospital de Reus para hacerse unos análisis que llevaba esperando desde 1870. No hay que alarmarse, el cadáver disfruta de muy buena salud y los médicos afirman que todo está bien, quizá el colesterol un poco alto, lo normal en un hombre de su edad, aunque todavía no se sabe a ciencia cierta si murió de los tiros, de las complicaciones posteriores o si lo mató esa tristeza endémica llamada España.

En España las prisas nunca fueron buenas, ni en el quirófano ni en el palacio ni en la selección de fútbol; aquí cada cosa requiere su tiempo y su paciencia, porque si no, hay que borrarlo todo y empezar otra vez desde el Neolítico, que es lo que hizo Picasso y lo que le copió Franco con muy buen criterio para ir sembrando toda la geografía patria de Atapuercas. Echando cuentas, si con la momia de Prim hemos tenido que esperar casi siglo y medio para aclarar la autopsia, hacia el 2080 o el 2081 podrán ir pasando todos esos muertos impacientes que todavía aguardan turno en las cunetas.

España es un país de momias insepultas por lo menos desde los tiempos del Cid, que ganó una batalla después de muerto: lo subieron al caballo, lo ataron a la silla y los moros huyeron despavoridos, aunque más que nada del pestazo a podre que iba espolvoreando el jinete. Franco intentó algo parecido y de hecho lo logró durante varios meses en que se mantuvo en vilo entre la vida y la muerte sólo porque los médicos no sabían cómo darle la noticia de su defunción, no fuese a pegarles un tiro. También ganó varias batallas desde la tumba pero lo de la momificación no hizo falta porque tenía suplentes de sobra y también por si lo confundían con Lenin, Mao o Dimitrov, esos jamones curados al frío del comunismo.

En España vamos saltando de momia en momia como si jugáramos al parchís en una sucursal del Antiguo Egipto. Hasta Jesús Gil, en uno de sus delirios megalómanos, dijo una vez que soñaba con construir un gigantesco reloj de cuco cerca de la estación de Los Ángeles de San Rafael para que su cadáver disecado saliera a saludar a los viajeros a las horas en punto. Sin ir más lejos, ayer se celebró una conferencia de momias presidenciales donde hubo tanto abrazo de Vergara y tanto apretón de manos que en cualquier momento se les podía haber una caído una reliquia. De momento, lo único que han sacado en claro los forenses de Reus es que la mojama de Prim se conserva más joven que Mariano.

 

 

 

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