Punto de Fisión

Rubalcaba opositor

 

Rubalcaba dio un mitin en Galicia cuya crónica podía haberse resumido con aquella frase críptica de Macedonio Fernández: "Vino tanta gente a mi conferencia, pero tanta gente, que si falta uno más, no cabe". Cierto que Rubalcaba es más de pasillos que de mítines, un líder sigiloso, de ésos que más que dar discursos, los prestan, que en vez de dar la mano, la deslizan, y que toman la sombra en vez del sol.

Ocurre que en España los políticos hacen oposición igual que los parados hacen oposiciones, sin demasiada fe, tumbándose a la bartola y dejándolo todo al azar. En sus primeros años de opositor, Mariano salía a colapsar Madrid casi cada fin de semana, iba a pasear la pancarta y la barba más que nada para que lo vieran, como los santos en procesión, pero el efecto era contraproducente y los asesores de imagen decidieron que el mejor perfil de Mariano era de espaldas y yéndose lo más lejos posible. La estrategia funcionó y Mariano ganó unas elecciones sin apenas hacer otra cosa más que esconder la cabeza en el Marca; de hecho, casi un año después, sigue leyendo el Marca y las previsiones son catastróficas porque se espera que de un momento a otro empiece a gobernar.

Rubalcaba, a quien no se le escapa ni una, ha aprendido esto de eclipsarse y dejar que sea el rival quien se desgaste ante las cámaras, pero como Mariano ha decidido que no va a aparecer por el Congreso más que los días de cobro (que bastante trabajo tiene con animar a la selección de fútbol), el pugilato entre los dos líderes recuerda un poco a una de esas partidas de ajedrez por correspondencia en que la audiencia se sitúa ante un tablero vacío y los jugadores, sentados cada uno en su casa, reflexionan un mes antes de entregarle la siguiente jugada al cartero.

Ambos son jugadores concienzudos, de los que, si pudieran, moverían los peones hacia atrás, y ésa viene a ser la historia en líneas generales: dejar todo el espacio posible al adversario para que el país termine hecho una mierda y luego tomar la iniciativa y demostrar que aún se puede caer más bajo. Rubalcaba es lo bastante astuto para comprender que si el PP ha incumplido todas sus promesas es porque a lo mejor está cumpliendo el programa electoral del PSOE, lo mismo habría que volver a leerlo despacio. En cualquier caso es mejor apartarse y no estorbar, porque en eso consiste el juego democrático en España, en que no quede un peón en pie y que al final, como siempre, gane el rey. Está feo pero así es el ajedrez.

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