Punto de Fisión

Chocolate suizo

Montoro ha entrado en la polémica de los ahorros de Artur Mas con el mismo desparpajo con que Claude Rains clausuraba el local de Rick en Casablanca, embolsándose sus penúltimas ganancias del casino en el quepis de gendarme mientras exclamaba: "Qué vergüenza, qué vergüenza, he descubierto que aquí se juega". Parecía que Montoro, como actor, no tenía otro registro que el pésame, pero los hombres de Mariano son ministros del método: cada uno de ellos podría cambiar su papel por el de otro, incluso en mitad de un consejo de ministros, y nadie notaría la diferencia salvo por las fotos, que seguirían saliendo veladas.

De golpe Montoro ha caído en la cuenta de que hay gente, gente honorable incluso, que podría estar defraudando al gobierno y guardando el dinero en Suiza en lugar de debajo del colchón. Es más, Montoro ha descubierto que existe un lugar llamado Suiza donde se fabrican chocolatinas y relojes de cuco, un país que él creía de ficción, con sus vacas ramoneantes, sus montañas y sus tréboles, pero cuya existencia se cifra mayormente en catacumbas. Ya sabe algo más que el ministro del Interior, que es uno de esos políticos despistados que se enteran de todo por los periódicos, una tradición hispánica donde las haya, aunque Jorge Fernández Díaz lee únicamente El Alcázar, más que nada para ponerse al día.

Esto de investigar cuentas en Suiza es un asunto peliagudo, Montoro tiene que andarse con tiento en sus pesquisas porque lo mismo abre la caja que no es y descubre la de algún pobre empresario, ni siquiera catalán y sin ningún sueño de independencia. Incluso, ya puestos a descubrir y con la manta liada a la cabeza, vete a saber si halla el agujero negro de la evasión fiscal española, todo ese maremágnum de dinero que no aparece por ningún sitio y que quizá esté hibernando en Los Alpes, tomando el sol en una estación de esquí. Mucha precaución, que en sus últimas mentiras Montoro se está acercando tanto a la verdad que lo mismo se cae al agujero negro y sale por el otro lado con el fulgor amarillento del señor Burns, el que siempre le supusimos.

En cuanto a Artur Mas, el proyecto soberanista le está quedando como una película de Berlanga: tanto abominar de España y al final está hundiéndose en la españolada hasta las axilas. Según las últimas encuestas, la mayoría de los catalanes que opta por la independencia también preferiría independizarse de CiU. Lo más español de todo, sin embargo, es esa referencia al honor personal y a las alcantarillas del Estado, una acusación absurda puesto que todo el mundo sabe que en España el Estado, incluyendo gobiernos autonómicos, es todo él una alcantarilla.  

 

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