Punto de Fisión

Y Mariano resucitó

Los periodistas se enfadaron mucho porque el sábado el presidente, en vez de recibirlos, les puso una película. La sospecha de que, en lugar de un presidente, tenemos un actor que hace de presidente se volcó a través de una exhibición de transparencia churreteada en una pantalla de plasma. Mariano hablaba y hablaba, pero quién sabe desde dónde y desde cuándo. Salvo por ciertos detalles que quizá fueron añadidos después, en la sala de montaje, las declaraciones presidenciales pudieron haber sido hechas en los primeros días del Gürtel, tras una mariscada fallida o en una partida de cartas en Sanxenxo. "Es falso" dijo Mariano, pero no especificó si se refería al cuaderno de Bárcenas, a la letra de Bárcenas, a las cuentas de Bárcenas o a Bárcenas.

Para el caso, Mariano podía llevar muerto un año. Es una posibilidad que no hay que desdeñar, más allá de su evidente estado de putrefacción. En cualquier caso, vivo o muerto, la del sábado fue la primera comparecencia post-mortem de un presidente en la democracia española, una videoconferencia desde el más allá, ese lugar misterioso donde los millones crecen solos y la contabilidad las lleva en libretas de hule un señor con pinta de director de pompas fúnebres, un señor que a veces está y otras no, que residía en Génova como un fantasma a tiempo parcial y escalas en Suiza.

Era extraño ver a la prensa revoloteando en torno a la pantalla donde juraba Mariano, una irrealidad a la tercera potencia, aumentada por la tele de casa, donde lo veíamos y nos frotábamos los ojos, lo oíamos y no nos lo creíamos, al estilo de apóstoles sin fe. Entonces, en mitad de una democracia vía satélite, Mariano resucitó de entre los corruptos. Este es mi cuerpo, tomad y comed. Esta es mi declaración de la renta, tomad y creed.

Si lo de Mariano no fue una ouija ni una resurrección, entonces fue un corta y pega, un especial navidad pasado de fecha con los mejores momentos presidenciales, no muy distinto de esos collages que corren por internet donde Mariano defiende las bodas gays, prácticamente el único punto de su programa que se mantiene intacto. Si Goebbels decía que una mentira repetida mil veces se transforma en verdad, Mariano miente de mil formas distintas (las pensiones, la educación, la sanidad, los impuestos, lo que le echen) para que, cuando lo trinquen en una, él ya esté patinando sobre otra. Le tocó hacerlo además, por exigencias del guión, en el 70 aniversario de la rendición de Stalingrado, una espantosa batalla de desgaste que supuso el comienzo del fin para el imperio nazi. Pero Mariano, tozudo como él solo, ha seguido adelante donde von Paulus tiró la toalla, recordando que, Stalingrado aparte, también era el Día de la Marmota. "La sombra de la sombra de un indicio" dijo, parafraseando a Platón, a Lázaro resurrecto y a la marmota Phil. Mariano salió de la cueva, vio su propia sombra y auguró tres años más de mal tiempo.

 

 

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