Punto de Fisión

A las mariscadas

De repente, como en los chistes, se abre la puerta y sale Beatriz Talegón, una joven musa del socialismo, guapa, dinámica, hacendosa, que ha puesto patas arriba un congreso para intentar barrer debajo de la alfombra. Pero lo malo es que esta mujer no se ha dado cuenta de que ella también está encima de la alfombra y que no se puede una poner a barrer sin mover el culo ni quitar los pies de la alfombra. Ya lo avisó Arquímedes. La Talegón quiere refundar el PSOE desde la calle y le ha pasado lo que a aquel conquistador de Les Luthiers, que fue a fundar Caracas en pleno centro de Caracas. Que ya estaba fundada y no lo vio. No ha caído en la cuenta Talegón de que el psocialismo perroflaútico ya está inventado desde hace muchos años, más o menos desde que Guerra se limpió el culo con Montesquieu y desde que Felipe archivó a Marx en el cajón de las ideologías rancias. La década prodigiosa, la década del 82 al 92 que pudo cambiar España de arriba abajo, la resumió Paco Umbral en una frase mítica: "Felipe ha tardado diez años en dejar España como estaba con Franco".

A Beatriz Talegón ya le han replicado voces dentro del propio partido, incluso de militantes que dimitieron cuando vieron el percal, indicándole que no es precisamente ella la más indicada para hablar de renovaciones y de honestidad, cuando prácticamente toda la vida ha sido una socialista en cautividad, que hacía lo que decía el partido y vivía en un despacho con vistas a la próxima escalada. Rubén García Torrijas le ha recordado su larga estadía de asesora en Bruselas y Julián Jiménez los hoteles de lujo donde dormían los jóvenes cachorros socialistas en sus ejercicios espirituales pagados con fondos públicos.

A Talegón le ha pasado lo mismo que a Zapatero cuando miraba por la ventana de la Moncloa y veía a los chavales del 15-M fumando porros y le entraban unas ansias tremendas de adolescencia, de ir a hacer la revolución, ganas de dejarlo todo y salir a las barricadas, pero luego le traían unos papeles para firmar y recordaba de golpe que él era el presidente y que estaba al otro lado de la barricada: en la mariscada, para ser exactos. Los psocialistas es que son muy despistados. Carme Chacón andaba el otro día por twitter indignadísima con la historia de los suicidas en caída libre, proclamando su rabia, olvidando que, cuando ella era ministra de Vivienda y pudo hacer algo, lo que hizo fue promover seis juzgados para que agilizaran los desahucios y echaran más pronto a la gente a la puta calle. Y no promulgó la ley de la gravedad porque ya la había promulgado Newton.

Esta semana ha vuelto a sonar aquel himno del psocialismo perroflaútico: "A las mariscadas, a las mariscadas, a las mariscadas". Sin olvidar el añadido inmortal del vagabundo Joe Gould, que tanto cabreaba a la izquierda exquisita neoyorquina:

Y detrás de las mariscadas,

de las mariscadas,

de las mariscadas,

los camaradas mueren de lado,

sobrealimentados.

A Beatriz Talegón, nueva bailarina del psocialismo chic, le va bien el nombre de musa inalcanzable, la guía de Dante por el paraíso, pero le va mejor el apellido de banquero o de cantaor flamenco. Entre la Chacón y ella van a fundar un tablao.

 

 

 

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