Punto de Fisión

Las tetas de Aznar

Mariano enseña su declaración de la renta, Rubalcaba la calva y Jose Mari las tetas. Bueno, las de su sobrina. A esto hemos llegado. En la barra americana de la política nacional los líderes se hostian para demostrar quien gana menos, al estilo de aquel pobre hombre que aseguraba que era el más modesto del mundo, coño, si lo sabría él. Algunos incluso han empezado a pedir en el metro. Aznar, definitivo como siempre, ha subido las apuestas a tope: pues mi sobrina se despelota en Interviú, mire usté. A ver quién tiene cojones de ver esa mano, porque lo siguiente es rifar a la señora o a la hija.

En un principio, lo que pretendían los de Interviú era sacar los abdominales de Jose Mari, que son como una tabla de lavar, un Cristo del Gran Poder ante el que las beatas se santiguan. Pero Jose Mari ha decidido que con quitarse el bigote ya hay desnudo de sobra, aunque yo nunca he tenido muy claro si el bigote está o no está, me pasa lo mismo que con Bárcenas. En cualquier caso, cómo andará el país para que la sobrina de un ex presidente tenga que enseñar las domingas en portada. Los recortes han llegado hasta Interviú, que antes exhibía mozas despampanantes y ahora se conforma con señoras que dan lástima. Antes enseñaban culos y ahora apellidos.

Nunca se elogiará bastante el esfuerzo que ha hecho esta vez la revista por fomentar la lectura en las barberías. Los varones que pasábamos despreocupadamente los ojos sobre esa elegante sección de chacinas, obviando el currículum y los gustos de una modelo brasileña, ahora nos detenemos en la letra pequeña para enterarnos de las intimidades de Aznar. Así hemos corroborado que el tío Jose Mari es un cachondo mental también en el hogar. Ya sabíamos que lo era en la Moncloa, en las Azores y en la Universidad de Columbia, cuando se pone a contar chistes sobre armas de destrucción masiva o chapurrea inglés con el acento del oso Yogui. Ante ese tópico de que una imagen vale más que mil palabras, se puede responder al estilo de Cela: depende cuál.

Quienes nos temíamos que más tarde o más temprano Jose Mari iba a volver a los ruedos de la política, ya estamos advertidos. Para el aperitivo del regreso ha escogido no un periódico serio, ni un boletín parroquial, ni siquiera el Marca, lectura de cabecera de Mariano y donde el propio Aznar podría protagonizar un reportaje como campeón de pádel, sino un desplegable a todo color con una sobrina descarriada. La pobre mujer habrá tenido que enseñar hasta el libro de familia, no fuese a estar operada de apellidos. Queríamos transparencia pero no tanta, mire usté.

 

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