Punto de Fisión

Bienvenido, míster COI

Los del COI han aterrizado en Madrid como los americanos de Bienvenido, Mr. Marshall, abrazadísimos y agasajadísimos. De momento es muy buena señal que no hayan repetido la espantada de la película, teniendo en cuenta que salió a recibirlos no Pepe Isbert sino Ana Botella. Quizá fue porque la alcaldesa los sorprendió con el mismo acento inglés de Pepe Isbert vestido de sheriff.

Ana Botella ha sufrido meses repasando las lecciones de Vaughan hasta conseguir esa dicción typical spanish de quien, como yo, no ha pasado jamás del "my father is poor and my taylor is rich". Pura españolada. Los del COI venían envueltos en recelos y prejuicios, se preguntaban si Madrid sería ya una capital del Tercer Mundo o si seguía estancada en el Segundo (lo de Segundo Mundo es una especie de purgatorio que lo ocupa entero España, un país que a veces se viene arriba pero que casi siempre pega gatillazo). Una vez aterrizados, oyeron a la Botella farfullando el inglés tejano de Berlanga y Aznar, y respiraron aliviados. Entonces abandonaron los prejuicios y se resignaron a los hechos.

A míster COI me lo han paseado por La Peineta, un lodazal inconcluso a juego con el resto de la capital. Hasta tuvieron que calzarles cascos, por si les llovían ladrillos, y a un pobre que se despistó casi me lo ponen a cavar una zanja. Visitaron el Palacio de Congresos, clausurado desde la catástrofe del Madrid Arena, pero, que se sepa, no tuvieron que cruzar esas molestas cintas amarillas con las que la policía acordona el lugar del crimen. Tampoco han insistido mucho con la precariedad de unas instalaciones que llevan preparándose hace tres candidaturas; al fin y al cabo, no son ellos quienes van a torcerse el tobillo corriendo los cien metros lisos en medio de un campo de patatas. A los del COI lo que les interesa mayormente son las plazas hoteleras, restaurantes, abrevaderos, camas, tablaos flamencos y máquinas tragaperras. Saben de sobra que Adelson ya se ocupa de eso.

Dice Fernando Villalonga, mano derecha de la alcaldesa (Ana Botella no tiene mano izquierda), que la candidatura de Madrid 2020 por ahora sólo ha costado 600.000 euros, nada, una bagatela, lo que se saca en una tarde entre multas de tráfico y tickets de la hora. Casi todo dinero privado además, porque a los inversores les encanta tirar el dinero en estas cosas. Total, ya lo han tirado dos veces, pues lo tiramos tres, hombre, las veces que hagan falta. Estaría bien que Ana Botella explicara quiénes son esos ángeles de la caridad pero que lo haga en inglés, para que nos enteremos todos. Como alcaldesa nuestra que es nos debe una explicación, aunque casi mejor que se la calle.

 

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