Punto de Fisión

González-Pons, el hombre del tiempo

Me imagino yo que ser vicesecretario de Estudios y Programas del PP, no debe de resultar nada fácil, ni por lo de PP, ni por lo de los Estudios ni por lo de vicesecretario. En el último congreso, al ir repartiendo los premios y caramelos, cuando ya se habían acabado los ministerios y demás cargos gordos, de repente alguien cayó en la cuenta: "Ahí va. ¿Y qué hacemos con González-Pons?" "Vicesecretario" espetó Mariano, más que nada porque es una palabra muy de pronunciarla Mariano, así, de medio lado, dándole un toque ceniciento al puro. "Sí, sí. Vamos a hacerle vicesecretario, hombre, que se lo merece". Y, como siempre con Mariano, nunca se supo si era un elogio o un castigo, y ni siquiera si había mucha diferencia entre uno y otro.

De ahí que últimamente a González-Pons siempre le hayamos visto ese gesto raro, desubicado, una amalgama de ademanes superfluos que, la verdad, casan muy bien con su ribete de vicesecretario. Al fin y al cabo, los distintos cargos que ha ido ostentando este hombre más superfluos no podían ser tampoco. Y aunque lo de vicesecretario de Estudios y Programas no deja de tener su empaque, nadie sabe muy bien qué quiere decir ni qué lugar exacto ocupa en el organigrama. "Mariano, ¿vicesecretario es más que subsecretario pero menos que secretario o es al revés?" "Mira, Esteban, tú lo que diga el Marca. Y haz como yo y no te metas en política". Enfundado en sus prefijos, González-Pons da la impresión de uno de esos hombres del tiempo a los que les quitan de golpe el mapa de las isobaras y se quedan solos haciendo el canelo, bailando el maiquelyason en un plató desértico cuando ellos creen estar señalizando el anticiclón de las Azores.

Nunca habíamos visto a González-Pons más meteorólogo que estos últimos días, cuando habla del "clima político enrarecido" refiriéndose, al parecer, al himaláyico montón de estiércol del caso Bárcenas. Al menos, ha tenido el detalle de hablar de "clima" y no de "climaterio", porque la situación de Mariano podía haberle conducido directamente al equívoco. Aquella fórmula magistral del minimalismo (menos es más) aplicada al PP viene a decir: más corrupción es menos paro, no se quejen. Cuanto más trinquemos, menos parados habrá. Es un birlibirloque de vendedor de feria que no hay por dónde cogerlo, máxime si tenemos en cuenta que el descenso del paro al que se refieren es el clásico crecepelo mágico veraniego, el inefable chute de camareros con que se cuadran las cuentas de la economía española desde los tiempos de Alfredo Landa. Pero para eso tienen al vicesecretario de Estudios y Programas, para hablar del tiempo, para sacar el cadáver recalentado de Miguel Ángel Blanco en lugar de la carroña fresca del Gürtel. Cuando la mierda llueve a chorros sobre Génova, nunca falta un siervo con un paraguas.

 

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