Punto de Fisión

El Ejército hace régimen

Este año el desfile de las Fuerzas Armadas el día de la Hispanidad va a ser muy pobre, muy austero, casi anémico. Lo que se dice una birria de desfile. El Ejército español se ha echado un vistazo en el espejo y se ha visto gordo, igual que una modelo anoréxica de ésas que se escurren por el pantalón, toda ojos y huesos. La verdad es que al Ejército le pasa un poco lo que a mí, que me miro al espejo y me veo gordo, pero no por anoréxico sino por gordo. Ahora bien, comparado con el Ejército, yo soy Gandhi y no me refiero tanto a la ideología como al físico y al vestuario.

No es raro que nos veamos gordos, especialmente yo que ayer fui a comer a Viridiana y por poco no sobrevivo. Pero el Ejército tampoco se puede quejar. Mirados así, por encima, los presupuestos generales del Ministerio de Defensa para el próximo año son ciertamente para reventar de puro gozo, para encargar otro cinturón y anudarlo al otro, o mejor pasarse directamente a los tirantes. Casi seis mil millones de euros, eso sin contar los postres, es decir, gastos de programas especiales de armamentos, del espionaje militar del CNI, de los Organismos Autónomos Militares, etc. Con los postres, la comilona militar va a salir por más de catorce mil millones de euros. Para cagarse, en todos los sentidos y direcciones.

Las Fuerzas Armadas deberían ponerse a régimen, a ver si les va a dar un infarto, un ictus o algo, y entonces la habremos liado, porque el presupuesto de Sanidad para 2014 sí que es una auténtica caquita. También hay que contar, ciertamente, con la financiación autonómica pero aun así, en tiempos de crisis, lo lógico sería reducir los gastos militares. Sin embargo, explica eso a un ministro de Defensa que en su tiempo libre ejerce de vendedor de armas. En los momentos chungos, cuando azota el hambre, cualquier organismo vivo empieza por desprenderse de los elementos menos necesarios para la supervivencia, generalmente el pelo, las uñas y los dientes. Les ocurre incluso a organismos tan poco lúcidos como una modelo anoréxica. Como este país, más que un organismo vivo, es un fistro y un torpedo de la pradera, sus sabios próceres prefieren multiplicar las metralletas, los helicópteros y los cuchillos de monte y que les den mucho por culo al corazón, al hígado y al páncreas. Del cerebro se desprendieron hace ya mucho tiempo.

Puestos a hacer régimen, el ministro Morenés ha decidido que va a hacerlo un único día y que se note: el del desfile de las Fuerzas Armadas. Es una verdadera lástima porque si las Fuerzas Armadas sólo se ven en el desfile y prácticamente no sirven para otra cosa, pues ya me dirán ustedes qué ridículo. Sin tanques ni carros blindados ni avioncitos, las Fuerzas van a lucir más bien débiles y las Armas, casi descafeinadas. Así no hay forma de defender un país ni de tomar Gibraltar ni de reconquistar un islote díscolo. No quedan ni siquiera ganas de acojonar a Cataluña, porque no les vas a decir a los independentistas catalanes que se lo piensen bien, que les mandan a tres legionarios con la cabra para que les coma una cosecha y que luego les vaya espolvoreando armamento por las Ramblas.

 

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