Punto de Fisión

Atentados en botella

El PP es un partido nostálgico de atentados, los necesitan como el comer, por eso de vez en cuando a sus correligionarios se les escapa un gazapo que disfraza sus deseos subconscientes. Más de uno ha soltado en la cafetería del Congreso: "Paco, ponme un vino y un atentado poco hecho". "¿Un qué?" "Perdona, quería decir un bistec, no sé en qué estaría pensando". Durante un breve balbuceo, el accidente de tren de Santiago fue un atentado, y ayer, los disturbios callejeros del barrio de Gamonal en Burgos, en boca de Ana Botella, se convirtieron en atentados. Contra la gramática, la lógica y la moral. De hecho, a Ana Botella le hacen el test de Rorschach y en diez láminas con manchurrones le salen veintitrés atentados gordos, cuatro pequeñitos y una taza de café con leche en inglés.

Tal y como está la situación del país, con España rompiéndose por la línea del Ebro, una muchedumbre inmensa inundando Bilbao, un grupo de asesinos etarras posando para el pajarito y diciendo "patata" en euskera, media juventud en paro y la otra media haciendo las maletas, parece como si Zapatero aún siguiera sentado a los mandos. Pero no. Aunque las cifras oficiales digan lo contrario, se ve a las claras que a Mariano no le bastan dos años para enderezar el rumbo del naufragio y también que, si le dejan dos años más, se pone a batir marcas de profundidad. Que la fosa de las Marianas se llaman así por algo. El presidente se ha empeñado en demostrar que, puestos a hundir un país, mejor hacerlo a lo grande. A lo mejor también este meticuloso desastre estaba planificado y en eso consistía el programa secreto del PP, ése que nunca enseñaron porque mostrar las intenciones y la ropa interior está muy feo. No hay que olvidar que el PP siempre tiene un plan B, una caja B y hasta una alcaldesa de recambio.

No contenta con haber ganado el título a la sandez del año con su inigualable "relaxing cup of café con leche", Ana Botella quiere revalidar el título y ya piensa en la corona mundial donde tendrá que batirse el cobre con sus propios compañeros de partido. La competencia está muy difícil porque, a la espera de los monólogos hilarantes de Cospedal y de Montoro, los autos locos de Carromero y la brillante prosa futbolística de Mariano, el año ha empezado por todo lo alto con la llamada intempestiva del ministerio del Interior, un telefonazo estilo Gila en el que no cabe otra interpretación más que Telefónica es ETA. Como a Fernández Diaz le dé por volver a hablar de la Virgen de Fátima, Ana Botella va a tener que hacer cursillos intensivos de esperanto.

Sin embargo, todo puede esperarse de una mujer que, para explicar la aberración de la conducta homosexual, se puso a aparear peras con manzanas. Incluso que se le deslice la inicial de un barrio, Gamonal adelgace en amonal y una turba de vecinos cabreados se transforme en la versión burgalesa de la kale borroka. Menos mal que el alcalde ha dado marcha atrás a la cacicada, que si no, aparecen las armas de destrucción masiva en los cimientos de la catedral de Burgos.

 

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