Punto de Fisión

Blesa en Wall Street

Blesa acudió ayer a la Audiencia Nacional para hacer un remake de Wall Street, aquel excitante thriller financiero donde Michael Douglas iniciaba a un imberbe Charlie Sheen en los misterios sacrosantos de la bolsa. Fue una lástima que para la segunda parte Oliver Stone insistiera otra vez con Michael Douglas como mago negro de las finanzas: por mucha gomina que se unte y muchas canas que se plante encima, el hijo de Espartaco no acaba de encajar en el papel de Blesa.

No estoy muy seguro, puede que me durmiera después de que matasen a Kennedy, pero creo que la diferencia entre las dos versiones de Wall Street es que en la primera Gordon Gekko acaba en el trullo y en la segunda recupera su imperio y se descojona del mundo entero. Es decir, que una pertenece más bien al género de la ciencia-ficción y la otra está rodada en España. Mientras se atusaba su zona gris, Blesa dijo ayer muy serio que los jubilados y pensionistas no pueden considerarse ignorantes financieros y en la sala lo único que faltaba era Oliver Stone gritando "¡Corten!".

Lo dijo sólo un poco antes o un poco después de que Gerardo Díaz Ferrán, ex jefazo de la patronal y empresario de fogueo, afirmara que él no tenía la menor idea de lo que era una preferente. El hombre que jamás habría volado en su propia compañía expresó su ignorancia acerca de un producto financiero de alto riesgo que, según el eminente banquero, cualquier pobre pensionista podía descifrar con los ojos cerrados. De hecho, los firmaban con los ojos cerrados. De repente, a los miles y miles de ancianos estafados con las preferentes del señor Blesa se les puso la cara de Charlie Sheen, aunque sin la cocaína, sin la limusina, sin el tupé y sin la rubia de piernas infinitas. En Caja Madrid no había tanto presupuesto y se conformaban con regalarles un juego de cacerolas o un viaje de fin de semana en un autobús del Imserso.

El juez no vio conveniente indicarle a Blesa que revelara a todos, puesto que es tan sencillo, el mecanismo de las preferentes. Incluso, ya de paso, podía haberle pedido que le descifrara un recibo de la luz. Hay que entender que el juez, visto cómo ha acabado su antecesor, bastante tiene con conservar el cargo. A la salida, el coche que escoltaba a Blesa corrió a toda mecha en dirección prohibida, como en él es habitual, sin que a la policía le diera tiempo a tomar la matrícula porque estaba muy ocupada evitando la avalancha de autógrafos. Disfrazados de Charlie Sheen, los preferentistas estafados le arrojaron globos con agua, por si tenía sed tras la declaración, y zarandearon un poco el coche, a ver si lo llevaban a hombros hasta la Almudena. Pero por mucho que corrió, a Blesa no le dio tiempo a llegar al Teatro Dolby para recoger la estauilla al mejor montaje.

 

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