Punto de Fisión

¿Toreo o tenis?

Desconfío profundamente de la universidad española precisamente porque he estudiado en ella. Me pasé cinco años y pico hincando codos para corroborar que se trata de un mundo no sólo endogámico sino ante todo absurdo e irreal. Baste decir que en cinco cursos dedicados al estudio de la lengua y la literatura españolas no tuvimos tiempo de leer a Galdós. Y, lo que es peor aún, cuando uno de los profesores puso de lectura obligatoria el Quijote, la inmensa mayoría de la clase empezó a protestar. Pensé que me había equivocado de carrera, y no digamos de país, cuando uno de mis compañeros se levantó en plan portavoz de la clase y se quejó de que el Quijote "era demasiado largo". Estoy seguro de que ese chaval llegó muy lejos en el departamento.

Hubo más oportunidades para desencantarme pero aquella bastó. El mito del universitario, bastante resquebrajado ya, se hizo añicos delante de mí. Ha llovido lo suyo desde que pisé por última vez el campus de la Universidad Autónoma de Madrid, así que no sé hasta qué punto estas impresiones puramente personales seguirán teniendo validez. En mis tiempos los estudiantes protestaban por la subida de las tasas o la prueba de selectividad, pero también porque el estudio del latín iba a ser extirpado de la enseñanza secundaria; nada menos que el latín, el fundamento de la gramática, la columna vertebral de tres idiomas peninsulares y la viga maestra del arte y la cultura occidentales. No es extraño que un país que desechó su pasado en los planes de estudio tenga ahora a un bárbaro visigodo al frente del ministerio de cultura.

Los estudiantes se atrincheran en el Vicerrectorado de la Complutense y la policía entra a saco con el beneplácito del rector. Policías contra estudiantes: nada nuevo bajo el sol. Lo que sí tiene visos de inédita barbarie es lo de haber colocado a un torero al frente de dos asignaturas, Cultura Taurina y Métodos para Motivar a los Estudiantes. Al Juli se lo rifan varias universidades, entre ellas la Complutense, la Camilo José Cela, la de Salamanca y la de Málaga No sabemos si luego los estudiantes les bastará examinarse de teórica con el Cossío o si además deberán graduarse en manoletinas y pase de pecho con una vaquilla resabiada, pero a lo mejor el Juli ya ha empezado su cursillo de motivación en la Complutense y éste es el resultado: espontáneo, como suele ser el arte de Cúchares.

Para rematar la faena, hace poco a la élite académica de la Universidad de Baleares se le ocurrió la tremenda estupidez de nombrar a Rafa Nadal doctor honoris causa y, como resultado de este peloteo indecente para conseguir publicidad, recibieron el pelotazo de vuelta en plena cara. En un resto a los pies, directo y elegante, Nadal ha rechazado el nombramiento por no entrar en la polémica, un gesto que le honra al tiempo que descubre la indecencia, la podredumbre y la poca clase del mundo universitario hispánico. El disparate sería equivalente al de nombrar campeón honorífico del Trofeo Conde de Godó a Stephen Hawking. Dentro de unos años lo de ciencias o letras se va a quedar obsoleto definitivamente. La pregunta será: ¿toreo o tenis?

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