Punto de Fisión

Europa se columpia

Los escritores hemos de estar atentos a las innovaciones que se van produciendo en el idioma. Algunas vienen de la calle (del "cheli", que dicen los cronistas antiguos, los mismos que todavía llaman "peluco" al reloj), que suelen ser las más interesantes, y otras aterrizan desde cualquier ámbito: deportivo, artístico, taurino, científico o político. Probablemente el invento semántico más necio e inútil que yo haya oído desde que llevo en el negocio éste del periodismo fue el palabro "desaceleración". Lo puso de moda Zapatero y de inmediato se le echaron al cuello, y con razón, un montón de buitres y cenizos profesionales, prácticamente los mismos que ahora lo sacan a pasear con idéntico collar y pulgas similares.

El prefijo servía de parachoques, puesto que "desaceleración" venía a sustituir al más pedestre "frenazo", cuando no se colocaba directamente en lugar de los más castizos "recular" y "pegarse una hostia". A pesar de las críticas que le llovieron, el eufemismo funcionó hasta el punto de que empezó a mutar y a proliferar en situaciones muy alejadas de los índices de crecimiento económico. Un estudiante que cateaba cinco asignaturas disfrazaba el fracaso con un zapateriano: "La carrera va bien, estoy desacelerando". Un médico le aseguraba a un enfermo que su estado no estaba empeorando: era la curación la que desaceleraba. El éxito absoluto llegó cuando el neologismo se adaptó a la Fórmula 1 y, concretamente, a la escudería Ferrari, donde a Fernando ya no lo llaman Frenando, para cachondearse, sino Desacelerando Alonso. Sin embargo, es posible que el palabro haya entrado en decadencia, fenómeno que ocurre cuando termina su ciclo semántico completo y vuelve a encajar en el área específica para la que fue creado. Sobre todo, si lo encaja Mario Draghi, que es un señor que hasta la cara la tiene de segunda mano.

Antes de que lo emplearan gurús de las altas finanzas, la desaceleración era un método anticonceptivo también conocido como "marcha atrás". El señor se salía justo antes de culminar el coito, lo que requería mucho tiento, mucho dominio y mucha sangre fría. Pero la desaceleración de la que hablan Draghi y Guindos no es tanto una "marcha atrás" como un gatillazo en toda regla, porque la economía en la eurozona no se empina ya ni con almidón. "La recuperación económica está perdiendo impulso por culpa del paro y de la falta de crédito" ha dicho Draghi, quien ha soltado esta cátedra de perogrullo sin despeinarse y sin mirar la chuleta. La frase bucea a tal profundidad que se comprende que haya tantos ayudantes y asesores rodeando a estas lumbreras; es difícil imaginar que puedan ir al baño solos. Es lo mismo que si hubiera dicho: "La salud de la abuela se agrava por culpa de la fiebre y porque está muy malita". La parte contratante de la primera parte. Sonido, cámara, inflación. El G20 se ha ido a Australia, tierra de ornitorrincos y canguros, a tomar impulso para el salto, pero todavía no están lo bastante lejos.

 

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