Punto de Fisión

Monago air express

Monago exigió contundencia a su partido en la lucha contra la corrupción y el boomerang ha regresado para golpearle en plena cara: 32 viajes privados en businnes a Canarias realizados durante su etapa de senador en menos de año y medio. Justo este fin de semana que en Cáceres se celebra una cumbre sobre buenas prácticas en las Comunidades Autónomas gobernadas por los populares, Monago podrá aprovechar para disfrazarse de azafata y enseñar mediante mímica la situación de las ventanillas de emergencia y las maniobras de sálvese quien pueda.

Siempre llama la atención al entrar en una aeronave ese interés de la tripulación por señalarnos el número de asiento, como si no supiéramos sumar, como si los asientos no los hubieran colocado por orden o como si pudiéramos perdernos por los laberintos del pasillo. Sin embargo, su preocupación está justificada por la proliferación de senadores que deben atiborrar los aviones mañana, tarde y noche, y por la caraja que deben llevar los pobrecillos entre el ajetreo de las sesiones de control y las votaciones en peluquerías a las dos de la mañana. Después de una de esas maratonianas jornadas de trabajo, muchos no encontrarían un número ni aunque se lo hubieran tatuado en un brazo. Todos hemos visto la dificultad y la dureza de su tarea: hay plenos del Senado donde se ve menos gente que en la cumbre del Annapurna un día nublado. Ahora se entiende que la llamen Cámara Alta, porque la mayoría de las sesiones las deben celebrar en pleno vuelo.

Muchos de los que se preguntan por la utilidad del Senado en estos tiempos de crisis acaban de toparse con la respuesta recién aterrizada: los senadores existen, entre otras cosas, para que las compañías aéreas no entren en quiebra técnica. Por lo visto, en el Régimen Económico de sus señorías existe un apartado relativo a transporte y ayudas según el cual los diputados y senadores no pagan ni un billete de avión: lo pagamos nosotros, que para eso estamos. Si usted había pensado que un régimen era otra cosa piense que si está adelgazando de talla de cinturón, camisa, plato y cuenta corriente es gracias a ellos.

Para el común de los mortales, no hay una explicación muy clara de los motivos por los que un senador extemeño tuvo que viajar a Canarias treinta y dos veces en un año y medio, y además en bussines. Tal vez el bussines estaba en una conexión Cáceres-Tenerife con la intención de montar un negocio de importación de plátanos. Monago, para no sobrecargar el equipaje, se fue trayendo muestras a razón de un plátano por viaje. Parece más plausible un intento de cultivar el aloe vera en Badajoz, ya que, como se ha repetido a menudo, el aloe vera es como algunos políticos del PP: cada día se les descubren nuevas propiedades. Con tanto ir y venir, entre el jet lag y el cambio horario, Monago ya no sabía si iba a plátanos, a aloe vera o a relojes. Para no perder costumbre, en Génova nos han acostumbrado a una sana variante de la dieta canaria: todos los días un escándalo por lo menos.

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