Punto de Fisión

José Antonio, el musical

Decía Marx en una cita sobada hasta la erosión que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Lo que no especificó es que si la historia se repite más veces, como la fabada, la cosa ya harta y hasta degenera en musical. Como aquí sufrimos durante cuatro décadas un empacho de franquismo y durante otras cuatro lo regurgitamos a base de regüeldos crónicos, al final nos ha subido un vómito de mantillas, crucifijos, medallas a la Virgen, exorcismos, niños violados y agua bendita. Para celebrarlo, ya está en fase de producción La princesa roja, un espectáculo cómico que probablemente se estrenará en la Gran Vía madrileña y que será como el Rey León pero con falangistas en lugar de animalicos y con José Antonio Primo de Rivera en lugar de Rey León.

Lo sé, lo sé, suena increíble, pero es cierto. O lo será a menos que a los productores les entre un ataque de sensatez. La cosa promete un disparate tan mayúsculo como una novela de José María Mijangos o de Román Piña, o de los dos juntos mano a mano, pero se aproxima a la velocidad de meteorito y lo único que lamento es que no se me haya ocurrido antes a mí. Sin embargo, se le ha ocurrido a Alvaro Sáenz de Heredia, que es un genio del séptimo arte con obras maestras en su haber como Aquí llega Condemor, Brácula: Condemor II y Aquí huele a muerto, pues yo no he sido. Casi todas grandes éxitos de taquilla aunque en su momento, como pasa tantas otras veces, fueron incomprendidas por la crítica y por el público cultureta, ese que va a los cines de arte y ensayo pertrechado de perilla y gafas de pasta.

Como que todavía me acuerdo de aquella tarde atroz en que, después de una comilona y unos cuantos copazos, fuimos mi amigo Alvaro Muñoz y yo al videoclub a alquilar Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera, y el encargado intentó disuadirnos."Si es para reírnos" replicamos, "no ves que estamos borrachos perdidos". "Hacedme caso, no os vais a reír". Qué razón tenía el hombre: fue meter la cinta en el aparato de video (qué tiempos) y ver a Chiquito y a Bigote Arrocet cabalgando por el desierto cuando se nos cayó la ceniza del puro, el gin tonic de las manos y entramos en una profunda depresión posparto.

Se rumorea que el actor encargado de encarnar a José Antonio será Jesús Cisneros, un clarísimo error de casting, ya que Sáenz de Heredia no debería desmontar el dúo inmortal con que marcó a fuego la cinematografía del western y darle a Chiquito el papel de José Antonio y a Bigote el de Franco, o mejor viceversa:

-Pos vamos a ganar la guerra civil, ¿cómo lo vio?

-Nopuedonopuedonopuedo.

-Ándele, mi general.

-¡Hombre malo, violento! Este caballo viene de Casablaaaanca...

El musical amenaza también con incluir a Azaña (propongo a Arévalo en su mejor registro gangoso) y a Lorca (Paco León sería magnífico). Una de las escenas cumbre será el fusilamiento de Lorca mientras al otro lado del escenario el general Queipo de Llano (Mario Vaquerizo) canta al teléfono: "Ojalá que llueva café en el campo". Aunque nada va a igualar el momento en que Franco, ataviado de vedette con estola de plumas y una doble prótesis de dodotis en las nalgas, baje unas suntuosas escaleras, mientras un coro de legionarios y curas berrea al unísono: "Paco Paco Paco de mi Paco Paco Paco Paco". Deberían estrenarlo en el Valle de los Caídos para que la risa fuese ya épica. Con un poco de suerte, será nuestro Götterdämmerung, el cierre definitivo de la guerra civil y el portazo final a la historia de España.

 

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