Punto de Fisión

El sistema inmunológico del PP

Durante muchos años Rodrigo Rato ha estado considerado, y no sólo por Cospedal, un mesías financiero, el hombre que levantó él solo la economía española de la ruina para conducirla directamente al batacazo, aunque eso no fue culpa suya, sino primero de Zapatero y luego de Lehman Brothers. En unos días Rato ha añadido a su brillante currículum de campanólogo varias tesinas en blanqueo de capitales, fraude fiscal y alzamiento de bienes. Hoy ya sabemos que el verdadero milagro es haber tenido de ministro de Economía a un señor que guardaba su dinero en cuentas opacas y que se pulía una tarjeta black en una peluquería de guardia a las dos de la mañana siendo oficiosamente calvo.

Si votar al PP es una temeridad y afiliarse un deporte de riesgo, triunfar en el organigrama equivale a una sesión de ruleta rusa. Sólo hay que echar un vistazo a la proporción de encarcelados, imputados, investigados y sobresaldados del antepenúltimo gobierno de Aznar: once de catorce, un poco más y acierta la quiniela. Con Matas entre rejas, Rato de visita en la comisaría y docenas de cargos intermedios ataviados con su traje a rayas, podría darse el caso de que España fuese el segundo país gobernado desde prisión, como ocurrió con Colombia en tiempos de Pablo Escobar. Se quejaba Jose Mari, y no le faltaba razón, de la corrupción generalizada de los gobiernos finales de Felipe, y decidió lanzarle un órdago a la Gürtel. No lo supera ni Esperanza Aguirre, cuyo equipo en la Comunidad de Madrid parecía un especial de Masterchef: cásting de chorizos.

Nadie ha llevado más lejos que el PP aquella enseñanza primordial de Vito Corleone: "Ten cerca a tus amigos, pero más a tus enemigos". Con tanto delincuente y tanto sobre desfilando de mano en mano, la tesorería del partido siempre ha sido una mezcla entre la cueva de Alí Babá y una papelería de barrio. El enemigo no sólo estaba dentro de Génova, sino que se había infiltrado incluso en el interior de varios ministros intachables, como Matas y Rato. Con la sede atacada por los poltergeist, se entiende que Mariano tuviera que refugiarse en una pantalla de plasma.

En el sistema inmunológico del PP, los glóbulos blancos fagocitan al elemento infectado mientras el hígado elabora anticuerpos verbales como "la segunda ya tal" y "esa persona de la que usted me habla". Desconocer a Rato, sin embargo, no es tan sencillo como repudiar a Bárcenas; la gente por fin empieza a darse cuenta de que en el PP la honradez es la excepción y no la regla. Cuando la podredumbre ya ha tocado el cerebro (una biografía autorizada de Rato se titula precisamente El cerebro gris del cambio político en España) ya sólo cabe pensar en soluciones de emergencia, por ejemplo, un exorcismo dirigido por Rouco Varela a golpe de padrenuestro e hisopo o quizá una buena purga, como en los tiempos de Stalin. En sólo tres años, el marianismo ha ido de El Padrino a El exorcista pasando por La invasión de los ladrones de cuerpos. La prueba irrefutable fue cuando Montoro adornó la detención de Rato con un anuncio para la posteridad: "Somos implacables contra el fraude". Le faltó leerse sus derechos y ponerse él mismo las esposas.

 

Más Noticias