Punto de Fisión

Rambo día a día

Rambo vuelve, si es que alguna vez se fue. La franquicia de Stallone sigue siendo la ficción que mejor explica la realidad de la política exterior estadounidense, siempre necesitada de un enemigo para seguir dándole gusto al gatillo. En la primera película de la saga, John Rambo era un motero rebotado de Vietnam que vino a devolverle a los militares norteamericanos el orgullo por el trabajo bien hecho, aunque fuese a costa de rebanarles el pescuezo a la policía, a medio ejército y a quien hiciera falta. En la segunda -que durante un tiempo tuvo el record de muertes violentas por minuto en la pantalla- Rambo se dedicaba a matar amarillos como si quisiera empatar la guerra perdida de Vietnam en el tiempo de descuento. En la tercera, ayudaba a los guerrilleros afganos de Bin Laden contra el ejército soviético y concluía el fregado con una frase que ha sido el lema de las fuerzas armadas estadounidenses desde entonces:

-¿Cómo vas a vivir ahora, Rambo?

-Día a día.

Día a día es el orden de batalla de la política exterior estadounidense. Un día Saddam Hussein, aquel genocida asesino, era el bueno de la película, y al día siguiente era más malo que la tos. Un día los guerrilleros afganos eran amigos de postal y al día siguiente estaban tirando las Torres Gemelas abajo. Y todo así. Según la CNN, que no es precisamente una filial de Al Yazira, el penúltimo monstruo bélico entrenado en Estados Unidos es el coronel Gulmurod Khalimov, antiguo comandante de la policía de Tayikistán y uno de los cabecillas del Estado Islámico, quien realizó varios cursos de capacitación y entrenamiento militar en territorio estadounidense. Khalimov lo ha agradecido con un video de primera donde promete entrar en los hogares norteamericanos y cortarles el cuello a hombres, niños y mujeres como infieles que son.

Rambo, hay que reconocerlo, muy listo no es. El va a lo suyo, al combate día a día, y si un día le dicen que hay que enseñarle a Bin Laden cómo se maneja un lanzamisiles, pues tampoco se lo piensa mucho. Hoy eres amigo, mañana me pisas un callo, pasado te mato: la vida es así. Menos mal que la CNN ha aclarado que por lo menos un yihadista chungo se ha entrenado en territorio estadounidense, porque si no, algún ingenuo podría pensar que el Estado Islámico, con sus armas, sus bombas y sus vehículos todoterreno, ha brotado enterito de debajo de una piedra, allá en Irak. O que los había financiado Pablo Iglesias, como sugería el otro día nuestra experta en cardados internacionales, Ana de Palacio. No había manera de saber de dónde habrían sacado esos uniformes de butanero que exhiben en sus degollinas por televisión, que salen clavados a los de los prisioneros de Guantánamo, y mira tú por dónde no los han comprado en el Caprabo.

La única solución posible a la franquicia de Rambo la sugirió Kirk Douglas cuando le ofrecieron el papel del coronel Trautman en la primera película, First Blood, a la que aquí en España dieron el taurino título de Acorralado. Douglas aceptó el papel pero con la condición de degollar personalmente a Rambo al final, para que no hiciera más el tonto. Los productores no quisieron, claro, porque había que hacer más películas, más guerras, más matanzas y más miedo. Día a día. Y así nos va.

 

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