Punto de Fisión

Manuela nini

Si ya era malo que a la alcaldesa Manuela Carmena no le gustaran los toros, lo que resulta ya imperdonable es que tampoco le entusiasme el fútbol. Que le da igual si el derby lo gana el Madrid o el Atleti, hábrase visto. Una cosa es que se rompa España (fractura que, por repetida, ya poco nos asusta, como la lesión recurrente de un delantero en horas bajas) y otra cosa es que se rompa por el Manzanares en lugar de por la línea del Ebro. Anda que no deben ser aburridos los desayunos de los lunes con esta buena mujer, los concejales comentando por lo bajo el gol de Benzemá o el capotazo del matarife de guardia, y ella tomándose el café y repasando a Unamuno.

Alguien escribió, no hace mucho, que la supuesta sabiduría de Tierno Galván era sobre todo eso, supuesta, como si traducir al castellano el Tractatus de Wittgenstein, el Santo Grial de la filosofía del pasado siglo, estuviese al alcance de cualquier tuercebotas. Aquí en España el título de sabio se reserva para estrategas como Luis Aragonés, que refundó Atenas en Hortaleza, o de eminencias del mundo taurino, en cuyo escalafón el puesto de monosabio brilla con luz propia.

Nos guste o no, en España hubo un tiempo en que los poetas iban a los toros mientras los toreros escribían poemas y acudían puntualmente a las tertulias literarias. Hasta que tenían una mala tarde, les cogía un toro y acababan inmortalizados en una elegía por los siglos de los siglos. Hoy, en lugar de poetas, son los cantautores los que van a los toros mientras los toreros honran las tertulias de Tele5, cuya musa principal, Belén Esteban, ha logrado fama eterna vestida de luces. Cuando acabaron la faena, Luis Miguel Dominguín le dijo a Ava Gardner que se bajaba al bar, a contárselo a los amigos, pero en realidad no contó nada, únicamente el chiste. En cambio, Belén Esteban lleva media vida relatando los polvos que le echó a Jesulín de Ubrique, que al final, después de tantas corridas, va a acabar de nota a pie de página en la biografía de una choni. Lo que habrá degenerado el toreo que si Ignacio Sánchez Mejías subió a la cúspide de la lírica, al lado de Ramón Sijé y del padre de Jorge Manrique, ahora lo más que puede esperar un matador caído es un tuit de Calamaro o un ripio de Sabina.

Vista la decadencia de la fiesta, Manuela ha cortado el grifo de las subvenciones a la Escuela de Tauromaquia, algo que ha enfurecido muchísimo a Fran Rivera, otra eminencia vestida de luces, hermano de Paquirrín para más señas. Fran mantuvo su indignación controlada con los recortes en Educación, las plantas oncológicas desmanteladas, los dependientes abandonados y los hospitales regalados a amiguetes, pero eso de que a un chaval no le costeen las banderillas ha sido pasarse de la raya. Otro tanto le ha pasado a Esperanza Aguirre, la neoliberal que predica la privatización de la Sanidad y la Educación pero que no puede tolerar cómo una advenediza de la generación nini (ni toros ni fútbol) se carga las ayudas públicas a la carrera de analfabeto. Ya advirtió Juan Belmonte que "tié que haber gente pa tó".

Más Noticias