Punto de Fisión

Mejor Espe que Pablo

El anuncio publicitario de Netflix en la Puerta del Sol ha provocado un pequeño incidente diplomático entre Madrid y Bogotá. La ministra de Exteriores se ha quejado de que la enorme fotografía de Wagner Moura en el papel de Pablo Escobar y bajo el lema "Oh, blanca navidad" da una mala imagen de Colombia. En absoluto. Alguien debería explicarle que el narcotraficante más chungo de las últimas décadas no significa nada malo en un país que se enorgullece de honrar a la última momia del fascismo europeo en el Valle de los Caídos. Hemos tenido suerte de que en vez de Carmena no siga al frente la antigua alcaldesa de reemplazo, porque entonces quita a Wagner Moura y nos planta al general Franco con gorro de Santa Claus.

Juan Pablo Escobar -el propio hijo del narco, que escapó a Argentina junto con su familia tras el desmantelamiento del cártel de Medellín- ha criticado algunos errores y blandenguerías de la teleserie. "Mi padre era mucho más cruel" dice. "Sometió a un país con el terror". A éste habría que explicarle que nosotros también somos especialistas en limpiar con jabón a nuestros asesinos más ilustres. Ahí está, sin ir más lejos, Lo que escondían sus ojos, adaptación televisiva de la novela homónima de Nieves Herrero, donde se dulcifica la figura siniestra de Ramón Serrano Suñer hasta convertirlo en poco menos que un playboy. Si nos importa un bledo que un fanático nazi, responsable de la muerte de miles de españoles en la División Azul, salga hecho un galán de Freixenet, imagínese que nos va a importar que nos felicite las navidades Pablo Escobar, que al lado de Serrano Suñer era un criminal de café con leche.

La ministra de Exteriores colombiana ha caído en el error clásico de confundir a Moura con Escobar, igual que cuando Mia Farrow se equivocaba y prefería enamorarse del actor en lugar del personaje en La rosa púrpura de El Cairo. "Le está bien empleado" dijo una señora a la salida del cine, "por quedarse con el de verdad". En Madrid también somos muy dados a este tipo de confusiones, como que durante años tuvimos a un faraón de urbanismo en la plaza de alcalde y luego lo sustituimos con Ana Botella. No alcanzamos a distinguir la ficción de la realidad: a Esperanza Aguirre se le fue otra vez la mano con su personaje de marquesa y dijo ayer que el sueldo de los políticos sólo les alcanza para ir a tiendas de baratillo, como el Primark. Podía haber alargado una pizca el monólogo y decir que a ella no le llega ni para un parking, por eso tuvo que parar en un carril-bus a ver si sacaba diez euros de un cajero. De hecho, lo de la gira de Espe por las rebajas del Primark es un spin-off de una teleserie de hace una década. La verdad es que, en deferencia a la próxima visita del presidente colombiano, Carmena debería quitar el cartel publicitario de Narcos y poner en su lugar uno más navideño con Esperanza Aguirre, Ignacio González, Francisco Granados y el resto del elenco. Lema publicitario: "No llego a fin de mes".

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