Punto de Fisión

Villarejología

Con el comisario Villarejo empieza a suceder lo que Winston Churchill advirtió que les pasaba a los Balcanes, que produce más historias de las que él mismo puede consumir. Hay tal sobredosis de Villarejo en las noticias que cualquier día se podría abrir una nueva sección en los periódicos: Nacional, Internacional, Economía, Deportes, Cultura, Opinión y Villarejo. Al paso que vamos, con varias exclusivas por semana, la villarejología amenaza con traspasar las fronteras de la información y convertirse en carrera universitaria. Pronto habrá villarejólogos que peregrinarán a la cárcel de Estremera para preparar su tesis doctoral, sin sospechar que, mientras entrevistan a Villarejo, corren el peligro de engrosar el archivo de grabaciones personales del comisario secreto menos secreto de España.

La amplitud de la asignatura es tan enorme que, en la actualidad, ni siquiera el propio Villarejo sería capaz de ponerse al día sobre sí mismo. En la entrevista que le concedió a Jordi Évole hará cosa de un año, el comisario se fue zafando de una serie de cuestiones incómodas a base de referirse a terceros impersonales que, suspuestamente, le habrían contado algo. Cuando alguien lo bastante incauto se decide a descender a las simas de la gramática villarejiana, en seguida descubre que los terceros esconden cuartos, quintos, sextos y séptimos elevados a la enésima potencia. Las amenazas que profirió en su día contra la Policía y los Servicios Secretos han alcanzado ya a la Casa Real y empapado muchas otras altas instancias del Estado. En una de sus charlas de café, entre ruido de tazas, se le escucha hablando de Corinna: "Ella viene y quiere presentar una denuncia ante la Corte Penal Interrnacional porque dice que el presidente del Gobierno la ha amenazado de muerte".

Ahora, de los chantajes a Bárbara Rey y Marta Gayá se ha dado el salto al empresario Juan Muñoz, marido de Ana Rosa Quintana y célebre por sus atentados urbanísticos en el litoral gaditano, quien contrató a Villarejo -sin saber que era un policía retirado- para que le ayudara a extorsionar a alguien que le debía dinero. Arrestado en el proceso de la Operación Tándem, que investiga la telaraña criminal organizada por Villarejo, Juan Muñoz ha caído en medio de esta lluvia de cabezas de caballo. Falta sólo que Tele5, como hizo esta semana con Bárbara Rey, monte un especial de Sálvame DeLuxe con Ana Rosa Quintana de invitada respondiendo a las preguntas de los amables colaboradores de la cadena.

Al parecer, Muñoz no era el único que desconocía las aficiones del ex comisario más anónimo del país, ya que el juez de la Audiencia Nacional, Díaz de Egea, decidió ayer mismo aparcar provisionalmente la causa contra cuatro abogados implicados en un delito de cohecho que implicaba a Villarejo porque ignoraban también su pasado profesional. Hay que tener cuidado con lo que se dice en un bar, borracho, de madrugada, porque quién sabe si Villarejo no está sentado ahí al lado con su magnetófono, preparado para grabarlo todo. Uno de los axiomas de la villarejología asegura que Villarejo podría ser cualquiera, incluso Villarejo. Debería cubrirse con una gorra como la que vio mi amigo Abraham García nada más desembarcar en un aeropuerto de Paraguay en la cabeza de un policía: "Policía Secreta de Paraguay".

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