Punto de Fisión

Alcalde, lo que nos eches

Siempre que, por el motivo que sea, se retira uno de los grandes talentos del PP, nos tememos que no haya reemplazo posible. Nos ocurrió, por ejemplo, con Jorge Fernández Díaz, el ministro del Monólogo Interior, un señor que hablaba con la Virgen de Lourdes y que tenía a su ángel de la guarda de aparcacoches, hasta que descubrimos que su sucesor, Juan Ignacio Zoido, no le iba a la zaga en cuanto a conversaciones celestiales. Nos ocurrió con Ángel Carromero, el doble agente que decapitó a volantazos a la disidencia cubana y que conducía con un carné de la autoescuela Rey Juan Carlos, hasta que salió Pablo Casado para tomar el relevo y conducir al votante de izquierdas derecho hacia Albert Rivera.

A falta de saber quién podrá sustituir algún día a José María Aznar o a Rodrigo Rato ("es el juzgado, amigo"), acaba de cubrirse la plaza que dejó vacante en su día León de la Riva, aquel polémico alcalde que quería limpiar Valladolid de piojos, pulgas y putas, más o menos por ese orden. De la Riva alcanzó la gloria de salir en las páginas de The New York Times gracias a sus declaraciones sobre el miedo que le daba subirse él solo con una mujer en un ascensor por si, aprovechándose de su indefensión, la mujer empezaba a buscarle las vueltas. También dijo que le habían acusado de todo, menos de violar a Soraya Rodríguez, pero que eso lo entendía, y que cuando veía los morritos de Leire Pajín sólo pensaba en una cosa, una frase que consiguió que todos los que la leyeran sólo pensaran en otra cosa cada vez que veían escrito en un periódico "León de la Riva".

Era difícil recoger el testigo de semejante homínido ataviado con la vara de alcalde como el mono de Kubrick con un fémur, pero Oscar Medina, alcalde de Torrox, lo ha logrado con un solo titular y sin esforzarse mucho. Preguntado acerca del asesinato brutal que tuvo lugar en la localidad la semana pasada, cuando un marido con orden de alejamiento por malos tratos apuñaló casi diez veces a su esposa hasta causarle la muerte, Medina replicó que sí, que era una lástima, pero que algo debían de estar haciendo bien en el pueblo para que por primera vez saliera en las noticias. "Hay que mirar la parte positiva" dijo, pensando que a lo mejor el éxito turístico de San Sebastián no radica en los pintxos, sino en los muertos de ETA. Ni en Génova, ni en FAES, ni en Nuevas Generaciones estaban preparados para una genialidad de este calibre.

Por un momento, la localidad de Torrox resonó en las ondas con la cadencia de aquel pueblo de Gila donde los mozos rompían las piedras de molino a cabezazos y gastaban bromas del estilo de ponerle un barreno al maestro de escuela bajo la almohada mientras dormía la siesta. "Pues no va la mujer, la tía asquerosa, y se enfada; si no sabe aguantar bromas, váyase del pueblo". Tienen suerte en Torrox de que en el pueblo no hubiera instalada una central nuclear, porque lo mismo iban a ser más famosos que Chernobyl. El pequeño municipio de Málaga va a eclipsar a Barcelona y Madrid en los telediarios y Oscar Medina puede ser declarado Español del Año por delante de Pablo Casado, de Albert Rivera y del toro de Tordesillas. Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.

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