Punto de Fisión

¿Aún sigues creyendo en Donald Trump?

Para una vez que se le ocurre decir la verdad, Donald Trump le ha chafado las navidades a un niño de siete años. Estaban enfrascados Donald y Melania en una de esas paridas folklóricas que los presidentes estadounidenses montan para que los aplaudan, una tradición similar a la de indultar un pavo durante el día de Acción de Gracias. Pudiendo indultar a un pavo, para qué van a indultar a un condenado a muerte. La historia consiste en una conversación telefónica en que la pareja presidencial responde las preguntas que les lanzan los niños. Delante de las cámaras, sin cortarse ni un pelo de ese tupé anaranjado que parece una mofeta teñida, Donald Trump dijo: "¿Todavía sigues creyendo en Santa? Porque a los siete años no es normal, ¿no?" Probablemente Trump confundió al niño con uno de sus votantes.

Muchos estadounidenses le rezan a Santa Claus para que Trump desaparezca de la Casa Blanca. Es un deseo que lleva años prolongándose y que la realidad se ocupa en desmentir día a día, desde el momento en que el obsceno millonario se alzó con la victoria en las presidenciales contra todas las encuestas y casi todos los pronósticos. Después, una vez superado el mal trago de verlo picoteando leyes y decretos, como un pavo indultado por los siglos de los siglos, profetizaron que el mandato no duraría mucho, que más pronto que tarde desalojarían a ese impresentable que va diciendo que a las mujeres hay que agarrarlas del coño. Pero mira, oye, ahí está, sacando las tropas de Siria y empeñado en que el muro de contención en la frontera lo paguen los mexicanos.

De ilusión también se vive, pero más les vale a sus detractores aceptar la idea de que Trump ha venido para quedarse en la silla el tiempo concedido por la Constitución y espera a ver si no prorroga la presidencia otros cuatro años. Trump, como la realidad, es imprevisible, tanto que incluso está cumpliendo su promesa de que el ejército estadounidense deje de hacer de policía en Oriente Medio. Algo parecido pasó con George W. Bush II, que Michael Moore creyó que iba a derribarlo a base de documentales y no hizo más que darle más apoyos en la reválida. Los votantes norteamericanos es que son como niños.

La noticia es que Trump, por una vez, ha dicho la verdad, aunque sea a costa de joderle la ilusión a un niño de siete años. El emperador de las fake news ha decidido que los siete años es un momento adecuado para ir asimilando los infortunios y desengaños del mundo. Encima, como es presidente de los Estados Unidos, nadie puede toserle, no como ese a pobre mosso que, en un enfrentamiento con los independentistas, le dijo a un agente rural: "Qué república ni qué cojones. La república no existe, idiota". La Generalitat ha decidido tomar cartas en el asunto y estudiar posibles sanciones contra el antidisturbios, aunque el agente rural sobrepasa ampliamente la edad de creer en paparruchas.

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