Punto de Fisión

Los machos no se afeitan

Gillete ha lanzado un anuncio que, en cuestión de horas, ha ofendido a varios colectivos. Más que colectivos, cabría hablar de especies, entre otras, el homo ridiculus, el homo machorrus, el homo tordesillense, el homo cortijus, el homo de vaca, el homo botaratus, el homo a pedales y el homo cojonensis. Ejemplares que se creían más o menos extinguidos desde el Neolítico inferior, pero que oye, ahí siguen, después de haber cambiado el caballo por el automóvil y la garrota por el paraguas. Bueno, algunos ni se han bajado del caballo ni han aparcado la garrota, pero lo cierto es que prácticamente todos se han adaptado fatal al auge de la nueva sensibilidad y al repliegue del vello en la espalda.

Va a ser por eso, porque la barba les crece hacia dentro, que muchos han jurado no volver a comprar una maquinilla Gillete y algunos incluso no volver a afeitarse en la vida. Porque opinan que las imágenes del anuncio atentan directamente contra los sempiternos valores masculinos: el machismo flagrante, el abuso a los débiles y el darse de hostias a la primera de cambio. Lo que enseña la propaganda de Gillete -de una forma tan obvia que incluso da vergüenza señalarlo- es que hay hombres a los que no les parece bien que otros hombres traten a las mujeres como ganado y/o consideren divertido juntarse en manada para cascar a un semejante. El polémico comercial visibiliza la masculinidad tóxica como lo que es, un resto antediluviano, una plaga de mierda, y propone una masculinidad igualitaria, un modelo de macho concienciado, feminista, solidario y decente.

Por supuesto, esto ha molestado muchísimo al macho de toda la vida, identificado con matones, violadores, brutos en general y ñáñigos de ésos que, cuando les pica el culo, se rascan por delante. El futuro será feminista o no será: no será más que el mismo pasado patriarcal y violento con unas cuantas vueltas más en el cuentakilómetros. Resulta sumamente significativo que el mismo día en que un enorme caudal de varones escocidos por un anuncio que subraya el peligro de perpetuar una conducta criminal, el macho alfalfa de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, califique de kale borroka la concentración de grupos feministas que se manifestaba ante el parlamento andaluz, y que Moreno Bonilla lance un guiño a la ultraderecha en su discurso de investidura no sólo contra el concepto de violencia de género, sino reivindicando a Lorca y a Blas Infante como figuras señeras de Andalucía, cuando el PP ha hecho y sigue haciendo todo lo posible para acabar con la Ley de la Memoria Histórica. Vox los cría y ellos se juntan.

La polémica ha afectado también a los creativos de Gillete, a quienes acusan de haberse puesto a comerciar con el feminismo en lugar de seguir vendiéndonos el machismo habitual en forma de tías buenas, a ser posibles sumisas, y comportamientos trogloditas de orcos golpeándose el pecho mientras se afeitan rebanándose el gaznate. Fue lo mismo que sucedió décadas atrás con la publicidad de Benetton, a quienes se les ocurrió mostrar la atrocidad y la belleza en crudo del mundo en vez de repetir las tontas estampas bucólicas y felices del capitalismo. La metonimia propuesta por el anuncio de Gillete se ha resuelto por sí sola: un montón de verracos cabreados a quienes la maquinilla ha afeitado toda la barba.

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