El otro día, mientras curioseaba en Youtube en busca de partidas de ajedrez míticas y viejas canciones de los ochenta, tropecé con un inquietante video en que aparecían ocho señales de que estamos viviendo en la Matrix. Lo de la Matrix es una manera de atraer a cierto público más o menos joven que no ha oído hablar de Platón ni de Calderón de la Barca ni de Philip K. Dick, tres autores que las hermanas Wachowski fusilaron sin el menor complejo con la excusa de que ellas utilizaban una simulación por ordenador (sin saber que además estaban fusilando a Stanislaw Lem). La idea de que el mundo no son más que sombras en la pared de una caverna, una fantasmagoría o un sueño es casi tan vieja como el mundo, aunque la hipótesis de que la realidad pudiera ser un simulacro tecnológico dentro de un ordenador cuántico ha sido desmentida precisamente por la física cuántica.
Las señales que aparecían en el video y que incidían en ciertas fallas y grietas en el tejido de lo real, las cuales venían a proclamar su naturaleza fraudulenta, eran casi todas ellas de carácter estático: un avión detenido en pleno vuelo, un ave batiendo las alas en el aire sin moverse del sitio, un perrito parado en mitad de un pasillo sin mover un músculo. Había explicaciones físicas, fisiológicas o zoológicas para cada uno de los casos, pero al menos era divertido comprobar cómo nos engañan los sentidos y cómo nosotros mismos nos dejamos engañar.
Ayer al ABC le dio por publicar una noticia que volvía a subrayar otro fallo en la Matrix: el hecho de que Begoña Villacís, candidata de Ciudadanos a la alcaldía de Madrid, había ocultado durante tres años que era administradora de una sociedad patrimonial con más de dos millones de euros en inmuebles. Villacís asegura que se desvinculó de dicha sociedad seis años antes de entrar en política y atribuye el error administrativo a un fallo en la Matrix. Lo más curioso es que algunos de los periódicos de la derecha más proclives a la opción regeneradora de Ciudadanos no publicaron absolutamente nada de la noticia y se quedaron detenidos cual perritos en mitad del pasillo esperando que pasase Platón.
Más curioso todavía era que la noticia la había dado, hacía cosa de un año, El Salto (www.saltodiario.com), subrayando que, aparte del delito de fraude fiscal, Villacís había mentido en un documento público, pasándose por el forro la ley de transparencia. Más o menos por el tiempo en que se producía este pifostio, hacia febrero de 2015, el ABC alertaba a su parroquia de que Pablo Iglesias e Iñigo Errejón iban a repartirse nada menos que 600 euros brutos por un máster online sobre asuntos electorales en la Universidad de Valencia. Con esas cantidades, normal que acabasen a las tortas. De todas formas, quizá la prueba definitiva de que estamos instalados en la Matrix sea el hecho de que Donald Trump no sólo es el presidente de los Estados Unidos sino que encima ha sido nominado al premio Nobel de la Paz.
Comentarios
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