Punto de Fisión

El club de los poetas muertos

La política y la poesía son sustancias que conviene mantener separadas, bien lejos una de otra, igual que esos ácidos de las clases de química que juntos en la misma probeta podían provocar una explosión de tres pares de cojones. Platón recomendaba mantener a los poetas bien lejos de los asuntos de gobierno y su propia experiencia al respecto, en la corte de Dionisio I de Siracusa, resultó bastante aleccionadora. Por lo general, cuando se meten a políticos, los poetas pueden hacer casi tanto daño como los políticos cuando se meten a escribir versos. Ahí está Radovan Karadzic, sin ir más lejos. El peligro es demasiado grande y, en vez de un poemario de Miguel Hernández o César Vallejo, lo más normal es que la historia acabe igual que esos pobres pasos de cebra de Madrid, convertidos en libros de autoayuda.

Del poeta se aprovecha todo, hasta los versos. Por eso Pedro Sánchez ha viajado hasta Colliure para hacerse una foto frente a la tumba de Machado una semana después de inaugurar una prometedora carrera literaria. No es el primer presidente español que descubre al gran público una vocación poética soterrada: Aznar confesó en una entrevista con Sánchez Dragó que leía poesía igual que hablaba catalán, en la intimidad, y hasta citó a Prados, Altolaguirre y Paz entre sus lecturas predilectas. Sánchez, con el intermedio de Irene Lozano, inicia sus memorias con un colchón, un evidente guiño a En busca del tiempo perdido, al revelar que se había estado acostándose más temprano incluso que Proust.

Los poetas muertos tienen la ventaja de que no hay que darles de comer; además, no pueden defenderse. Machado no podía hacer nada para evitar la visita de Sánchez, del mismo modo que tuvo que aguantar el homenaje de los independentistas catalanes siete meses después de que otros independentistas catalanes intentaran retirar su nombre de una plaza de Sabadell por sevillano, por castellanista y por españolazo. El rigor mortis también le impidió a Machado liar el petate durante todas y cada una de las más de doscientas visitas que Girauta asegura haber hecho hasta su tumba hasta el día de hoy con el propósito de preguntarle si lo de "la España de charanga y pandereta" iba por Ciudadanos en general o por él en particular. De paso, le iba consultando vía ouija a qué partido político debía apuntarse. Lo que pasa en Colliure, se queda en Colliure. Tres visitas más y se afilia a Vox.

Pablo Casado también ha decidido sumarse al homenaje a Machado con un tuit incendiario en que acusaba a Sánchez de llevarse al poeta a su terreno, en lugar de hacer lo mismo que él, que, si pudiera, se lo llevaría al Valle de los Caídos para darle un túmulo con vistas a la mojama del genocida que provocó su exilio tras un golpe de estado y una guerra civil. Más de andar por casa, Albert Rivera de momento se conforma con seguir disfrutando de su romance con Malú, que de poesía más bien poco y de reivindicación histórica menos, así que todos contentos. Los mismos que le asesoran sobre lo feminista que resulta promocionar los vientres de alquiler deberían haberle advertido de la oportunidad que ha perdido al no echarse de novia a Rosalía justo antes del aniversario de Rosalía de Castro.

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