Punto de Fisión

Hello, Lenin!

Tiene mérito anunciar el retorno al tajo de un macho alfa justo la víspera de la víspera de la huelga feminista del 8 de marzo. Mucho mérito. Más aun cuando la baja laboral venía justificada por el biberón, los pañales y toda la delicada parafernalia que acarrean los bebés, una carga que las mujeres habitualmente soportan con una sola mano y para la que los hombres requerimos los dos brazos, los dos pies, un equipo de inmersión y la ayuda de varios compadres. Necesitamos incluso pregonarlo a bombo y platillo, compartir la experiencia en redes sociales, llamar a los amigos y montar un botellón para celebrarlo. No digamos ya si te llamas Pablo Iglesias y sigues siendo el líder de Podemos.

El propio Pablo Iglesias ha admitido que el cartel morado con una enorme muchedumbre diluida en la Puerta del Sol proclamando su retorno a la primera línea de fuego es un error. "Reconocer los errores es el primer paso a hacer las cosas bien" ha dicho, aunque algunos politólogos opinan que admitir un tropezón constituye un tropezón aun más gordo y que hay que negar siempre la evidencia, así te pesquen con Carmen Lomana en primera fila o con un máster en computación cuántica por Aravaca.

La presencia de Carmen Lomana ha sublevado a muchos de sus incondicionales y provocado la mofa de los críticos, tanta que la propia Lomana ha tenido que salir a dar explicaciones y asegurar que aquel día la había enviado Tele5 a cubrir un mitin de Pablo Iglesias. Dirán luego de falta de transversalidad cuando Podemos ha sido capaz de incluir, aunque fuese un rato, a Carmen Lomana entre sus huestes y encima pillarla un día que estaba trabajando.

Cada día que pasa da más la impresión de que la propaganda de Podemos la diseña Iván Redondo, o peor todavía, Iñigo Errejón. El cartel entero, su estructura y su mensaje, recuerda poderosamente el argumento de Good bye, Lenin!, aquella encantadora comedia alemana en que una mujer cae en coma justo antes de la caída del Muro del Berlín y despierta ocho meses después. Entonces su hijo, con ayuda de varios familiares y amigos, se encarga de montarle una ficción a base de carteles obsoletos, telediarios falsos y tarros de pepinillos, una película en que la reunificación alemana no ha tenido lugar y el comunismo sigue vigente.

De un modo similar, parece que Pablo Iglesias se hubiera levantado de su baja por paternidad con el puño en alto para encontrarse otra vez en medio del 15-M, ese momento histórico en que Podemos canalizó el descontento y la indignación sin darse cuenta de que Carmen Lomana ya estaba incluida en el paquete, como un fallo en la Matrix. En este conmovedor déjà vú no hay cuchilladas por la espalda, no hay peleas intestinas, no hay desmembración del liderazgo ni desunión en la izquierda. Se les llega a ir un poco más la mano con la propaganda y en lugar de Pablo Iglesias aparece el otro Pablo Iglesias. Sin embargo, al despertarse, Errejón todavía estaba allí.

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