Punto de Fisión

El hombre que desconocía demasiado

El hombre que desconocía demasiado

A veces me pregunto si nuestra resignación con el coronavirus no será una extensión fisiológica de nuestra paciencia con el PP, como si décadas y más décadas salpicadas de escándalos, sobres de dinero negro, privatizaciones, mafias, corruptelas y volquetes de putas hubiesen acabado por anestesiarnos mediante unos anticuerpos que nos han hecho perder el sentido del olfato, el de la orientación y el de la vergüenza. A mí me sucede a menudo que ojeo un periódico y no sé si estoy leyendo una noticia sobre la pandemia mundial del coronavirus o sobre la epidemia nacional del PP. Ayer, por ejemplo, en la edición digital de El Mundo, me llamó la atención este titular: "Descubren un burdel clandestino en Madrid con 75 personas sin mascarillas". Estaba dos noticias por debajo de la foto de Pablo Casado y sus declaraciones sobre el espionaje a Bárcenas: "Yo era diputado por Ávila y no tenía responsabilidades en el Partido Popular".

A lo mejor fue cosa de la lectura rápida pero yo no encontraba la noticia por ningún lado. ¿Gente sin mascarillas? ¿Un burdel clandestino en Madrid? ¿Dónde estaba la noticia, en que el burdel era clandestino o en que los clientes no llevaban mascarilla? ¿Cómo pensaban que iban a tomar los clientes el whisky en el burdel, con una pajita (de plástico, me refiero)? Burdeles en Madrid los hay a patadas, aunque también abundan los puticlubs con carteles de neón y anuncios en la puerta incrustados al otro lado de la Castellana, no necesariamente al pie de una carretera a quince kilómetros de la capital. Lo del burdel clandestino y las declaraciones de Casado parecían parte de la misma noticia, no había forma de distinguirlas, sobre todo cuando uno recuerda ciertos detalles de la Gürtel, de la Kitchen y el modo tan peculiar que tenía Alejandro Halffter, protegido de Aguirre y hombre de confianza de Francisco Granados, de celebrar unas declaraciones judiciales, volquete de putas al canto.

Aunque parezca mentira, lo que siempre le ha fallado al PP han sido las relaciones públicas: la mala fama y la pésima publicidad han hecho creer a mucha gente que el "M. Rajoy" de los papeles de Bárcenas podría corresponder a Mariano Rajoy, ex presidente del gobierno. O que la maleta con un millón de euros que encontraron en un altillo de la casa de los suegros de Granados no había sido depositada por unos empleados del IKEA. En sus declaraciones a la policía, el suegro dijo que él no podía saber quién había dejado ahí el dinero, porque en su dormitorio entraba tanta gente que vete tú a saber. La verdad es que el servicio de reparto del IKEA es tan desastroso que a lo mejor el hombre hasta decía la verdad.

La leyenda de que el misterioso "M. Rajoy" pudiera ser Mariano Rajoy no se sostiene apenas uno examina las grabaciones del comisario Villarejo, donde jamás se refiere al ex presidente del gobierno con la inicial "M", a lo James Bond, sino con apelativos de confianza como "el tonto del Rajoy", "el asturiano", "el barbas" o directamente "el tonto polla". La retórica de las charlas de Villarejo incluidas en el sumario de la operación Kitchen da una idea de la calidad de las cloacas en los tiempos de Jorge Fernández Díaz, ministro del Monólogo Interior. "Os busco la ruina a todos y al primero al barbas" dice Villarejo; y más adelante, "me suda la polla" y "le busco una avería que se caga", conversaciones que evocan los diálogos del Torete y de la banda del Moco. Da un poco de repelús pensar que, a tono con los burdeles sin mascarilla y los volquetes de putas, el número uno de Interior más que del Opus Dei, era del Opus Night.

De todas estas miserias Casado no sabe nada porque fue hace mucho tiempo, cuando era diputado por Ávila y además estudiaba un cursillo de honradez a distancia en Harvard, Aravaca. En cuanto a Rajoy, ni siquiera sabe que era Rajoy.

 

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