Punto de Fisión

Almeida, el rey del jamón york

Almeida, el rey del jamón york
El alcalde de Madrid, José Luís Martínez-Almeida hace declaraciones a los medios tras la inauguración este martes del Hub Canalejas 360, un proyecto de movilidad eléctrica que incluye una electrolinera urbana única en España. EFE/David Fernández

El viejo sueño de salir del pueblo y llegar a la capital no tiene fin, porque siempre habrá una ciudad más grande en la que posar las alpargatas, una urbe con rascacielos desde la que hacerse fotos para dar envidia a los del casino y al tío Tomás, que será un hacha jugando al dominó pero en la vida ha salido de la comarca. Este ensueño provinciano, motor intelectual de muchas películas de Pajares y de Paco Martínez Soria, es el que anima desde hace décadas al PP madrileño, que lo mismo se gasta una millonada en intentar celebrar unas Olimpíadas que se gasta otra millonada en irse a Nueva York desde que Madrid se les queda pequeño.

La próxima semana, el alcalde Almeida emulará a la presidenta Ayuso en un viaje a la Gran Manzana para celebrar el 40 aniversario del hermanamiento de Nueva York y Madrid, aunque cualquiera que las observe de lejos o de cerca podrá comprobar que los lazos consanguíneos entre ambas ciudades son tan improbables como los de Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito en aquella cinta, Los gemelos golpean dos veces, cuyo lema era: con las sobras de uno hicieron al otro. Últimamente, tras más de dos décadas casi ininterrumpidas de peperonismo y apoteosis del cemento, Madrid no es que parezca hecha con las sobras de Nueva York: es que parece hecha con las sobras de Albacete.

Uno de los puntos fuertes de la visita de Almeida a Nueva York será un encuentro sobre la política de sostenibilidad ambiental en el ámbito ciudadano; una propuesta que coincide con la luz verde a las obras de un aparcamiento subterráneo de cuatro plantas en el Parque del Retiro que cuenta con las protestas de la oposición y de los vecinos más un informe en contra de la Unesco. Lo de la sostenibilidad ambiental le servirá a Almeida para explicar a su homólogo neoyorquino el significado de la recia expresión castellana "sostenella y no enmendalla". Hablarán también, entre otras cosas, del fraternal abrazo con que el alcalde madrileño acoge a los exiliados hispanoamericanos, un recibimiento a cuerpo de rey, siempre y cuando los exiliados sean multimillonarios.

No menos espectacular será el desarrollo de la agenda cultural, que incluye un intercambio entre representantes de los teatros de Broadway y la Gran Vía, y en el que Almeida podrá colgarse diversas medallas. En efecto, ni en Estados Unidos ni en el resto del mundo será posible encontrar un munícipe orgulloso de haber borrado los versos de un poeta de la talla de Miguel Hernández de un memorial a las víctimas de una guerra civil, no digamos ya uno capaz de invitar a sus conciudadanos a disfrutar de un concierto de Carmina Burana. Esta misma semana, Almeida celebraba Madrid como capital de España en el 500 aniversario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, cuando Madrid por aquel entonces era un camino de cabras. Cómo no va a viajar Almeida a Nueva York para presentar Madrid como la ciudad de las oportunidades, si les han dado a Ayuso y a él la oportunidad de llevar el timón de la nave. Esto es espectáculo.

 

 

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