Punto de Fisión

La empanadilla histórica de Vox

Frente a la Ley de Memoria Democrática recién aprobada por el Senado, Vox ha contraatacado este fin de semana con Viva22, una especie de Día del Orgullo Facha en que reivindican los hitos esenciales de la Historia de España a coro con los principales líderes de la ultraderecha europea y mundial, de Orbán a Meloni y de Morawiecki a Trump. La idea era atraer a unas 30.000 personas a las carpas del MadCool en Madrid, pero por culpa del buen tiempo la gente ha preferido irse a las playas o a la sierra en lugar de rebozarse en la España de charanga y pandereta del partido verde moco, una maqueta del nacionalismo cañí con 52 casetas en representación de las 52 provincias hispánicas. Dependiendo del medio que uno consulte, el evento ha resultado un éxito total o un fiasco absoluto, aunque parece que les ha faltado muy poco para acertar las previsiones: unas 23.000 o 24.000 plazas libres, contando a Macarena Olona.

Muchos lo habrán lamentado después de ver el pase de modelos con que deleitaron a sus incondicionales: una baraja española aderezada con reyes, sotas, monjes, toreros, pajes y princesas en la que pintaban principalmente copas y bastos. Por desgracia, el mercadillo medieval les quedó bastante estático y se echaba de menos alguna representación de Lepanto o de las Navas de Tolosa al estilo de aquel número de los Monty Python en el que un grupo de señoras se liaba a bolsazos y patadas en una pelea en el barro para recrear la batalla de Pearl Harbor. A Abascal no le hacía falta disfraz, una lástima, porque sólo con un turbante y unas babuchas podía haber clavado al moro Muza sin necesidad de maquillaje y su público se lo hubiera pasado pipa corriéndolo a gorrazos por toda la explanada.

Aun así, el esperpento les quedó bastante lucido, tanto que hasta contrataron al actor Pepe Ruiz (el Avelino de Escenas de matrimonio), que le iba explicando pacientemente a un niño quiénes eran cada uno de los espantajos barbudos que había colocados sobre el escenario. Nada de adoctrinamiento feminista, sino la educación católica y apostólica de toda la vida, de la buena, para que los niños comprendan de una puta vez que lo que cuenta en la Historia de un país son sus reyes, obispos y militares, y lo demás, esbirros, siervos de la gleba y notas a pie de página. En esa particular concepción de la cultura hispánica había ausencias tan gordas como las de Lorca, Machado o Picasso, pero se ve que no les quedaban carpas para simbolizar a los españoles del exilio, a los tiroteados en la nuca y a los enterrados en las cunetas.

Tan emotivo fue el revival histórico de Vox que un grupo de músicos (por llamarlos de algún modo) berrearon una serie de consignas cuyo leitmotiv era "vamos a volver al 36". También podían haber cantado "Abajo la inteligencia, viva la muerte", pero le tendrían que haber pedido permiso a los herederos de Millán Astray, o "Le pegamos dos tiros en el culo por maricón", variación libre sobre el testimonio de uno de los asesinos de García Lorca. He ahí un buen resumen del programa cultural de Vox y de lo que entienden ellos por memoria histórica. El Viva22 recuerda aquellas galas de Nochevieja de RTVE, en especial el Viva86 de Martes y 13, célebre por Encarna y las empanadillas. Tal vez estaba demasiado reciente la defenestración de Ortega Smith, pero entre tanto carnaval y tanta payasada, bien podían haber disfrazado a Garriga de Baltasar y reivindicar de paso a los Reyes Magos.

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