Punto de Fisión

Argentina 1985 - España 0

Argentina 1985 - España 0
Fotograma de la película 'Argentina 1985'.

El juicio a la junta militar responsable de los asesinatos, torturas y desapariciones de miles y miles de ciudadanos argentinos merecía una película a la altura de la gesta que narra: la primera vez en que una banda de dictadores comparecía para dar cuenta de sus crímenes ante un tribunal en el mismo país donde los cometió. Por desgracia, pese a sus buenas intenciones y a su magnífico reparto, Argentina 1985 está muy lejos de ser esa película, tanto por la debilidad y confusión del guión, los toques cómicos superfluos, la incongruente banda sonora y, sobre todo, unos personajes planos, incapaces de alzarse más allá de los diálogos.

Por un lado faltan la emoción, la rabia y el dolor que debería destilar cada minuto de metraje y por otro se dan por sabidas demasiadas cosas; por ejemplo, no se nombra una sola vez a la CONADEP (la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, designada directamente por el presidente Alfonsín desde el momento en que tomó el poder), cuyos ochos miembros recorrieron medio mundo recogiendo testimonios sobre la brutalidad del régimen militar y los innumerables crímenes y violaciones cometidas contra los derechos humanos. Tampoco se hace alusión al célebre informe sobre desaparecidos cuyo título -"Nunca más"- cita en su alegato final el fiscal Julio César Strassera. En cuanto a las Madres de la Plaza de Mayo, qué menos que haber añadido al menos una secuencia que explicara la grandeza y el coraje de su lucha.

Con todo, los argentinos pueden estar satisfechos de haber llevado a la pantalla grande lo que una vez llevaron a la realidad: un proceso penal y un intento de reparación moral como pocas veces se habrán visto en la historia del mundo. La carga que cayó sobre los hombros de Strassera, de su ayudante, Luis Moreno Ocampo, y de su exiguo y joven equipo fiscal era casi intolerable teniendo en cuenta el clima de terror e impunidad que Videla, Massera, Viola y los demás carniceros de uniforme desataron durante siete años sobre la República Argentina. Elegida para competir en los Oscar entre otras 60 candidatas por la Academia de Cine de la Argentina, sería cuando menos curioso que la película se alzara con la estatuilla dorada en los Estados Unidos, el mismo país que orquestó la dictadura de Videla dentro del denominado Plan Cóndor, la monstruosa operación de inteligencia que organizó y llevó a cabo infinidad de golpes de Estado durante casi tres décadas en toda Sudamérica.

En el momento más emotivo de la película, una de las víctimas narra ante el tribunal las increíbles vejaciones a la que la sometieron en el momento en que daba a luz a su hija por las bravas en un automóvil. Como español, no puedo menos que envidiar no la película sino la realidad, la valentía de esos fiscales y esa media docena de jueces que se atrevieron a sentar en el banquillo a una piara de criminales con medallas. Aquí todo se saldó con una Ley de Amnistía que perdonó millares de atrocidades (desde torturas y asesinatos al robo institucional de bebés) no muy distintas a las perpetradas por los militares argentinos durante el Proceso de Reorganización Nacional. No estoy hablando de la guerra civil, sino de esa putrefacta y hedionda posguerra que todavía llevamos a cuestas con todos los crímenes impunes, los millares de desaparecidos que un día entraron por las puertas de una comisaría española y de los que nunca más se supo.

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