Punto de Fisión

Necesidad del exorcismo

ANDÚJAR (JAÉN) 30/04/2023.- Misa de la Romería de la virgen de la Cabeza, oficiada por el obispo de Jaén, Mons. Sebastián Chico.- EFE/ Carlos Cid
Misa de la romería de la virgen de la Cabeza, oficiada por el obispo de Jaén, monseñor Sebastián Chico.- EFE/ Carlos Cid

Cuando vimos por primera vez El exorcista, allá por los ochenta, en un cine de mi barrio, todos salimos muy impresionados excepto el Luismi, un tío bastante difícil de impresionar. Al Luismi una vez le atracaron unos quinquis del parque de San Blas: le sacaron una navaja de dos palmos y cuando vieron que sólo llevaba encima cinco duros y les explicó que sus padres sólo le daban veinte que tenían que durarle todo el mes, los quinquis hicieron una colecta entre ellos y le dieron dinero para que tomara unas copas y luego el autobús. Nadie sabía cómo se las apañaba, pero el Luismi era capaz de salir de casa un viernes con los pantalones pelados y regresar el sábado por la mañana después de haber fumado y bebido de gorra toda la noche, con un paquete de tabaco mediado y unas cuantas monedas tintineando en el bolsillo. Todos pensábamos que el Luismi llegaría lejos, aunque unos apostábamos a que sería ministro de Economía y otros arzobispo de Toledo.

Al salir del cine, acojonados con la niña que giraba la cabeza ciento ochenta grados, maldecía como un carretero y escupía puré de guisantes, el Luismi comentó que lo del exorcismo le parecía una crueldad innecesaria, que eso de la posesión diabólica lo hubiera arreglado su padre con un buen par de hostias. Eran otros tiempos, también otra pedagogía, y los niños que se engorilaban de mala manera, chillando y tirando la vajilla por el suelo, tenían pocas posibilidades de que su caso alcanzara a la parroquia. Por lo demás, los curas del colegio tampoco eran muy partidarios de las oraciones en latín y preferían la letra con sangre entra.

En la actualidad los curas se han aguachinado mucho y por eso la Asociación Internacional de Exorcistas ha protestado ante la falta de verosimilitud de la última película de Russell Crowe, El exorcista del Papa, donde el actor australiano interpreta al padre Gabriele Amorth, principalmente porque ni el director ni el equipo técnico y artístico han sido muy cuidadosos con el tema de las posesiones diabólicas. Argumentan que el espectáculo es una burla del ritual histórico, que Russell Crowe no se parece en nada al padre Amorth y que el demonio tampoco se parece en nada al demonio. Dos o tres siglos atrás hubiesen excomulgado a Russell Crowe o lo hubiesen quemado en la plaza pública por hereje, pero eso de escribir un comunicado como si fuese una crítica de Carlos Boyero, la verdad, da bastante pena. No hay manera de tomarse en serio a una gente que tampoco se toma a sí misma en serio.

El catolicismo está de capa caída, es un hecho. La semana pasada, el gobierno bolivariano y filoetarra de Pedro Sánchez, en lugar de quitar la exención de impuestos a la Iglesia, ha ampliado el privilegio a los musulmanes, a los budistas, a los mormones, a los testigos de Jehová y al resto de confesiones religiosas presentes en España. Muchos han querido ver aquí una bajada de pantalones del PSOE cuando en realidad es un corte de mangas a los obispos, quienes se han visto equiparados al nivel de los Hare Krishna. Ya sólo les falta la pandereta. Es verdad que a los laicos, los ateos y los seglares en general nos va a tocar seguir acoquinando para mantener los diversos cultos, eso si no nos da por inventarnos una religión cualquiera, apuntarnos en masa y dejar de pagar el impuesto de Sociedades y el de bienes inmuebles. Un buen exorcismo nacional es lo único que puede arreglar las cosas. De momento, ahí van todos los creyentes, tan chulos, como el Luismi después del atraco, bebiendo y fumando de gorra.


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