Punto de Fisión

Ardillas en extinción

El eurodiputado Luis 'Alvise' Pérez Fernández, líder de la agrupación Se Acabó La Fiesta, ofrece una rueda de prensa tras el acto de acatamiento a la Constitución de los candidatos proclamados electos tras las elecciones al Parlamento Europeo, en el Congreso de los Diputados (Madrid, España), a 1 de julio de 2024. - Eduardo Parra / Europa Press
El eurodiputado Luis 'Alvise' Pérez Fernández, líder de la agrupación Se Acabó La Fiesta, ofrece una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados (Madrid, España). - Eduardo Parra / Europa Press

Las ardillas de Alvise no andan en su mejor momento. De entrada, lo de asociar un partido político de extremo centro con un roedor como la ardilla no parecía muy buena idea, principalmente porque ese concepto -preconizado por Alvise- de recoger las nueces caídas del árbol recuerda bastante a Arzalluz y su teoría del aprovechamiento político de los atentados de ETA. Por muy simpáticas que sean, y por muy bien que caigan a los niños, las ardillas son básicamente ratas, ratas con ínfulas que, tras pasar por la peluquería, han cambiado las alcantarillas por las ramas.

Resulta sorprendente que los seguidores de Alvise hayan caído ahora en la cuenta de que Alvise es una estafa con patas. Desde los tiempos de Jesús Gil, pionero en tantas cosas, hemos asistido al auge de estos personajes folklóricos que, abominando de la corrupción política, desconfiando de la política y propugnando la anti-política, se meten de lleno en la política. Gil construyó un partido a su imagen y semejanza, lo bautizó con su apellido y llegó a alcalde de Marbella, pero aterrizó demasiado pronto y al final se embarró en una serie de líos judiciales que terminó ganando por defunción.

Un ejemplo bien actual y bien vistoso de anti-político furibundo es el de Javier Milei, el presidente argentino, quien en su afán por limpiar el patio y reajustar la economía del país, está llevando a Argentina a la ruina a marchas forzadas -aunque, eso sí, su economía personal marcha viento en popa. Sólo en Twitter hay más de doscientos mil arrepentidos de haber votado a Milei, otra legión de ardillas que, calibrando al tipo de la motosierra y la risa de psicópata, no se sabe muy bien qué película pretendía estrenar. Tal vez La noche de Halloween Viernes 13, aunque al final ha sido Los santos inocentes con acento rioplatense.

Como diría don Mariano con su estilo inimitable, en Alvise todo es falso salvo alguna cosa. Había que ser ciego, sordo y tonto perdido para no ver las erratas de un buhonero que empezó fabricándose un nombre a medida (en realidad se llama Luis Pérez Fernández) y continuó recauchutándose una jeta de segunda mano a base de bótox. Detrás de esa fachada made in Turquía, está un tipo que escapó de UPyD y Ciudadanos antes de sus respectivos hundimientos, y que luego fue jefe de gabinete de Toni Cantó, al que probablemente alentó en esa tragicomedia fuera de los escenarios que ha sido el hazmerreír de la política patria en los últimos años.


Pero Alvise, al contrario que Miguel Ángel Rodríguez, no se conformaba con la ventriloquía y con manejar el muñeco, de manera que acabó por dar el salto a cabeza de cartel a base de bulos, infamias y polémicas. Desde la teoría conspiranoica del virus chino hasta acusar de pederasta a un inocente, pasando por incitar un linchamiento de menas, cualquier cosa le sirve para alimentar esa locomotora de odio que lo ha llevado hasta el parlamento europeo. De jefe de prensa se ha buscado a Vito Quiles, una especie de miniyo que le ayuda en la complicada labor de inventarse mierdas y airearlas a los cuatro vientos.

Las alarmas sonaron cuando la plataforma de inversión Madeira Invest Club se ha destapado como un fraude a gran escala en el que se han evaporado alrededor de 60 millones de euros. El cerebro a los mandos del chiringuito es Álvaro Romillo, quien la semana pasada, en medio de la investigación judicial, denunció a Alvise, a quien habría entregado cien mil euros a cambio de favorecerle en la futura legislación sobre criptomonedas. Con lo que el flamante salvapatrias y azote de la corrupción se encuentra acusado de financiación ilegal sólo tres meses después de su triunfo en las europeas. Mientras las ardillas, pobrecitas, van abandonando un árbol podrido hasta las raíces, Alvise ha publicado un video en el que admite que sí, que trincó cien mil euros de dinero negro, quizá la única verdad que ha dicho en décadas. Pero lo hizo por el bien de España, que conste.

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